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28, enero 2015 - 11:13

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POR MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

ESTÁ sucediendo un fenómeno importante sobre todo en la Plaza México, quizás por la falta de criterio que ha tenido el palco de los jueces; esto ha generado toreros triunfadores sin necesidad de cortar orejas. La aceptación de la gente de acuerdo a las propuestas taurómacas se está viendo con mayor validez que el precio de cualquier apéndice, ya que finalmente hemos visto que el público recibe, aplaude, se entrega y admira a quienes en realidad valen la pena. Las orejas ya sobran. Unos cuantos toreros de nueva generación han pasado a este grupo selecto que rápidamente se están convirtiendo en consentidos del público capitalino, misma que sin esperar las orejas deseadas a petición, su rotundo beneplácito ha sido el mayor premio para los espadas. Porque ahora triunfar no significa cortar dos orejas, sino una verdadera puesta estética y artística a cargo de un torero. La gente está premiando con su ánimo más que el juez con las orejas. Pero son pocos los toreros que están siendo de este grupo consagrado de la plaza capital. Este fenómeno se está dando gracias a la ineficacia que existe en el palco de jueces del coso, el hecho de que unas tardes se premie con cierto criterio y otras con desacierto total, lleva al espectáculo mismo a tomar su propio camino de la mano del que paga el boleto para que subsista esta fiesta brava. Ya no es real el premio que otorga un juez en esta plaza y aunque una tarde sea acertada por el palco, ya no tienen credibilidad. Triste la historia, por que entonces el espectáculo está perdiendo su rumbo.
Pero vimos el domingo pasado que la autoridad en turno, Jesús Morales y su asesor Juan Vázquez realizaron una labor adecuada, lo que no en otras tardes en que han pegado sendos petardos. Entonces, ¿saben, se hacen… o algunas veces sólo coinciden?
Y mientras discutimos este penoso tema, unos cuantos aficionados seguro ya no regresarán el próximo domingo a la México. El pasado, pese a que era un cartel de primerísimo nivel, me pregunto ¿dónde quedó toda la afición? ¿Falta de presencia del ganado? O más bien nos queremos sentir españoles. El toro de México es el que se lidia en la propia capital y provincia, no el galafate que se echa en Madrid y que apenas si camina dos series de muletazos. El toro de México es el que tiene clase, calidad y recorrido. Es le mejor toro del mundo dicho incluso por las figuras españolas. La ausencia del público en la capital no es porque falte un toro de 600 kilos, pues está confirmado que cuando un torero se abandona a torear cualquier plaza del mundo se pone de cabeza. Al público, a la afición debe tratársele como tal, debe dársele su respeto. Hoy en día el espectáculo taurino en el Distrito Federal debe renovarse, reinventarse en la estructura de su oferta y en la estructura de su coso. Existen más y mejores toreros que hace 20 años; hay ganaderías con toros bravos en la extensión de la palabra, los hemos visto lidiar en todos lados (claro, no piensen que de seis toros, seis serán extraordinarios) No es ya una sola persona o dos los responsables que la fiesta esté como esté en el Distrito Federal, sino el resultado de una sobredosis de letargo que ya cayó en la mediocridad. Si el coso estaría casi lleno domingo a domingo, fuera otro cantar.

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