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10, octubre 2020 - 7:51

┃ Rubén Beristáin

NORIA30

Hoy todo Cruz Azul está de fiesta y no es para menos. Uno de los mejores complejos deportivos que se han construido en nuestro país, y uno de los más modernos de toda Latinoamérica en la actualidad, cumple 30 años de existencia. Tres largas décadas donde ha vivido de todo, muchas alegrías, también tristezas, demasiadas emociones y otros sinsabores típicos de cualquier equipo, pero lo que es un hecho es que la celebración es totalmente cementera y azul celeste.

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Ese lugar conocido como La Noria es considerado hasta nuestros días como una obra monumental, única en su tipo, construida con cemento de casa en una superficie de seis mil metros cuadrados, enclavado en el Antiguo Camino a Xochimilco No. 100. La inversión de dos millones de dólares valió la pena. Apenas culminó y de inmediato se convirtió en el ejemplo a seguir de muchos clubes mexicanos, pero La Máquina fue pionera en este tipo de escenarios.
De un campo funcional en el seminario menor en Acoxpa a unas instalaciones de primer mundo en la colonia La Noria, ese fue el cambio significativo que vivió la institución capitalina a principios de la década de los noventa. Cruz Azul dejó sus bases en el entonces Distrito Federal, en una parcela donde vivió sus mejores momentos en Primera División, pero en cambio, hubo modernidad, fue el inicio de una nueva era.

Aquella mañana del 10 de octubre de 1990 todo fue felicidad y el ambiente de una auténtica fiesta. La ceremonia de inauguración dio inicio con cerca de 900 invitados; el Diario de los Deportistas no pudo faltar al magno evento.

Con la presencia de socios cooperativistas, ex jugadores que pusieron la elegancia y la mística en el lugar como Miguel Marín y Jesús del Muro, además de entrenadores como Raúl Cárdenas e Ignacio Trelles, el Licenciado Guillermo Álvarez Cuevas, en su calidad de presidente del club deportivo, fue el encargado de dar la primera patada, con todo y mariachis de fondo.

Raul González, flamante medallista Olímpico y titular de la CONADE en ese entonces, inauguró las instalaciones, con la representación personal de Carlos Salinas de Gortari, presidente de la República que cubría ese sexenio y en presencia de los altos mandos de la FMF, que eran encabezados por los arquitectos Francisco Ibarra y Enrique Zambrano, así como de Emilio Maurer, vicepresidente del organismo.

En ese momento se presentó el lujo. Tres canchas construidas en desnivel, respetando la topografía del terreno. Un gimnasio con cancha de basquetbol, vóleibol y bádminton. Una alberca de uso recreativo, todo cubierto por 1200 árboles de fresno, laureles de la India y Truenos. Un auditorio, área médica, vestidores y la sala de trofeos, completaron el recorrido.

Los jugadores del primer equipo como los cancerberos Alberto Aguilar y Olaf Heredia; los defensores Raúl Servín, Mario Trejo, Aurelio Rivera y el chileno Hugo González; los mediocampistas Pedro Duana, Mario Ordiales, David Rangel y el uruguayo Santiago Ostolaza y los delanteros Agustín Coss, Luis Flores y Juan Letelier, todos ellos dirigidos por Manuel Lapuente, fueron los afortunados en estrenar los campos con un partido ante su filial de Gallos Blancos, que era dirigida por Enrique Meza. El triunfo fue 3-1 para Cruz Azul, todo quedó en casa.

La Noria tiene un cuenta pendiente y es la novena estrella. Se le ha negado por más de 22 años, pero confía, con todo su experiencia y jerarquía, en que pronto llegará, quizá en diciembre próximo, para que así la fiesta sea redonda.

CONEJO PÉREZ LA CONSIDERA SU SEGUNDA CASA

De las tres décadas que cumplió La Noria, pocos pueden presumir un largo historial, además de un sinfín de anécdotas y vivencias dentro del inmueble ubicado en la alcaldía de Xochimilco.

Uno de ellos es Óscar Pérez, que si bien no estuvo en su inauguración en 1990, ha pasado más de 18 años en ese lugar, 17 como portero de Cruz Azul y uno más ahora como entrenador de Jesús Corona, Sebastián Jurado y Andrés Gudiño, los arqueros actuales de la institución celeste. Es por eso que el famoso Conejo charló con el Diario de los Deportistas, donde afirmó que es uno de sus lugares más emblemáticos y preferidos como persona y profesional del trabajo.

“Es mi segunda casa. Una gran parte de mi vida la viví aquí, casi 17 años. Ahora de nuevo cumplo un año, en diferente circunstancias, en otra área, ayudando del otro lado, en un gran grupo de trabajo. Lo sigo disfrutando igual, es un honor y orgullo estar en Cruz Azul, en este lugar, este es mi equipo”, expresó a ESTO.

“Profesionalmente marcó mi vida, también como persona. Duré muchos años en las instalaciones de La Noria, es como mi segunda casa, parte total de mi vida”, añadió con emoción al ver a su hogar festejando sus 30 velitas.

Dentro del complejo deportivo, el excancerbero que defendió tantas veces los colores celestes, vivió una de sus más grandes alegrías en sus 47 años de vida.
“Sin duda el recuerdo del campeonato de 1997 es el mejor. Estaba llena La Noria, no se podía caminar. Fue algo extraordinario, ser campeón con Cruz Azul, lo disfruté mucho. Todo se salió de control, fue un desorden, pero en armonía, todos festejando, fue un suceso increíble”, añoró sin ningún tipo de disimulo.

Otro suceso que lo marcó fue el primer día que tuvo contacto con La Noria, el momento en el que la pisó por primera vez, se probó y logró quedarse, donde años más tarde se convertiría en leyenda.

“Fue un sueño. Yo llegué con una gran incertidumbre cuando me dan la oportunidad de probarme en la reserva profesional, la antesala del primer equipo. Las instalaciones impecables como hasta ahora están, yo estaba muy nervioso, no sabía como era el movimiento, fue algo increíble. Me probé en la cancha número 3, fue mucha ilusión y tensión en dar lo mejor de mí. Afortunadamente todo se dio bien y me quedé”, recordó con emoción.

“En mi casa no sabían que iba a entrenar, sabían que iba a la escuela, me la estaba jugando. Pasó un mes y me pidieron mis papeles para mi registro, fue un gran logro quedarme. Así empezó la aventura, fue muy emocionante, marcó mi vida y mi camino”.

Pero no todo fue miel sobre hojuelas. En ese recinto también vivió uno de sus días más amargos. “Mi salida y despedida fue dura y difícil. Pensé que nunca me iría y que me iba a retirar, pero así es la vida. Llegó ese momento de buscar otro camino, me fui, no como hubiera querido, fue algo muy triste. En otro lugar me sentí muy diferente, no fue lo mismo nunca”, remató con nostalgia.

ALBERTO AGUILAR PRESENCIÓ LA INAUGURACIÓN

Alberto Aguilar, conocido por ser el entrenador de porteros de la Selección Mexicana en los procesos rumbo a los mundiales del 2006 y 2010, en su etapa como jugador portó los colores de Cruz Azul. Fue justamente a principios de los noventa cuando el cancerbero llegó al conjunto cementero y pudo ser parte del grupo selecto que estuvo ese 10 de octubre de 1990 en la inauguración de La Noria, incluso vivió todavía la etapa de los entrenamientos en el Seminario de Acoxpa, por lo que ese cambio a unas mejores instalaciones fue muy significativo para él.

“Fue un cambio enorme, estuvo mucho mejor, unas muy buenas instalaciones, acordes a ese tiempo y que correspondían a la grandeza de la empresa y el equipo Cruz Azul”, expresó en entrevista con el Diario de los Deportistas. “Lo recuerdo con gran cariño y mucho respeto, esos fueron los valores con los que me identifiqué en aquel momento. Fue una etapa muy satisfactoria, una oportunidad de crecimiento como persona y portero”, añadió con entusiasmo.

Aguilar, a la edad de 30 años en ese entonces, se mostró extasiado con el complejo deportivo que estaba a punto de estrenar junto a todos sus compañeros cementeros. En 12 años de carrera bajo los tres postes no lo había podido experimentar.

“Nunca había visto algo así. Después conocí más, pero de ese nivel nunca estuve en unas instalaciones así, ni en León, tampoco en Neza, Puebla, Tampico Madero, en ninguno. Hasta que llegué a Cruz Azul en La Noria. No recuerdo ningún otro así, ni en la Selección Nacional. En el extranjero tampoco había algo así”, expresó con un tono de admiración.

“Actualmente sí le puede competir a las mejores instalaciones, está a la altura de las mejores del mundo”, aseveró.

Una situación de esa proporción, aunado a estar en el club de sus amores, completó el sueño.

“Es el equipo que siempre yo tenía predilección, admiraba a Miguel Marín, ese equipo de los 70s. Fue un sueño cumplido llegar a Cruz Azul, desde niño, joven lo pensaba y se cumplió.

“En aquel momento platiqué con el señor Billy Álvarez, me contrataron junto a Olaf Heredia. Ignacio Prieto era el técnico, estaban jugadores como Luis Flores, Torres Servín, el Matador Luis Hernández empezaba, grandes recuerdos”, finalizó.

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