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Mira

28, enero 2015 - 23:22

┃ María Vega

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POR GUILLERMO MARTÍNEZ GONZÁLEZ
FOTOS: JUAN RAMOS

¡ODAS a la belleza cuando irradia felicidad!
Así se encuentra la racquetbolista Paola Longoria, quien ha iniciado el año con reconocimientos, portadas en medios impresos y más adeptos.
Nominada para ser Atleta del Año, la Barbie de la niñez antes que nada da gracias a Dios y a la vida.
Está en la Metrópoli, cumpliendo con compromisos personales.
“Porque en ellos puse mi fe, mis sueños, y cada día las esperanzas de ser la mejor se renuevan. Soy feliz porque hay bastante cariño en mi alrededor. Por eso el deporte es todo. Desde niña le tomé cariño y hasta ahora nunca nos hemos defraudado”.
Y es que el racquetbol la ha llevado de la mano para ir cruzando los caminos hacia la gloria.
Con la “mirada en el cielo y los pies en la tierra”, como dice ella misma.
“El crecer con la esencia principal de los valores familiares, y creer que se puede vencer a las contrincantes, por más difícil que sean, es algo que se logra por la confianza que tiene uno en la raqueta y en la fuerza de la madurez. Con caídas o sin ellas, siempre hay que ir tomada de la mano del éxito”.
Siempre honesta. Versátil. Juvenil en la forma de expresarse.
Paola posee el instinto que el universo le ha heredado a toda mujer.
Siempre nutrida de admiración y ese sabor a miel que le saben los retos.
Con sacrificios a veces por la lejanía de su familia, pero dejando su figura en cada cultura, en cada país donde hace honor con su presencia.
Así es Paola Longoria. Bonita e inteligente. Un rostro de mujer que está marcado en las canchas del racquetbol.
“Con esto la imagen de mi figura se consolida más. Eso es un reto, el saber que tu carrera va en ascenso cada día. Que no me he quedado estancada. No ha sido fácil, pero a mis 25 años y 18 en el deporte, todo ha sido experiencias y aprendizajes”.
Sensible ante los problemas, pero fuerte para encararlos y ayudar a quienes lo necesiten.
Formando escuelas para los niños.
Protegida por los manantiales de la sabiduría.
“Siempre hay que tener metas para romper barreras y alcanzarlas. Eso es lo importante de la vida, del deporte, del amor en lo que crees. Jamás decepcionada, sino aceptar los cambios cuando te toca ir ascendiendo a la cima. Con el espíritu de que nos podemos levantar y continuar en los desafíos. Siempre con respeto para las contrarias, pero sin detenerse. Así es como han sido mis logros”.