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Mira

24, noviembre 2020 - 8:00

┃ Miguel Ángel Mujica

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Foto: Mexsport

La Liguilla regaló encuentros parejos e interesantes que las aficiones de los ocho equipos no olvidan por el pasado que representan.

Las cuatro series ya se habían dado en el pasado, sí, pero tomaron todavía más relevancia porque todas, al menos en una ocasión, definieron a un campeón de la Liga MX.

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La Final del Siglo, el cierre de una época, la consagración de un canterano y el último recuerdo antes de vivir el infierno de la segunda división fue lo que caracterizó a cada una de esas cuatro finales.

LA FINAL DEL SIGLO

La temporada 83-84 arrancó como cualquier otro torneo de liga sin imaginarse que al final daría la final soñada por todo aquel aficionado del futbol mexicano. 

América, como candidato natural al título, dominó su grupo y de paso alcanzó los 51 puntos en un sector en el que el Monterrey, segundo, se quedó con 39 unidades, un dominio claro de las Águilas. 

En el grupo dos, Pumas y Tecos superaron a Tampico Madero, Atlético Morelia y Puebla. En el tres, Atlante y Guadalajara echaron de la competencia a Neza, Toluca y la Unión de Curtidores. En el cuatro, Cruz Azul y Tigres se impusieron a UdeG, Oaxtepec y León para avanzar a la siguiente ronda.

Los cruces en cuartos de final regalaron una emoción nunca vista antes de la liga. América chocó con Monterrey; Atlante se vio las caras con Cruz Azul; Pumas y Tigres definirían su pase y Chivas no la tendría sencilla ante los Tecos. Los cuatro grandes se clasificaron, uno de forma sobrada, la UNAM que echó a la UANL con un 3-1 como marcador global; otro con dramatismo, pues América sólo eliminó a Rayados por un global de 2-1 y tanto como La Máquina y Guadalajara, tuvieron que llegar a los penaltis para dejar en el camino a los Potros de Hierro y los Tecolotes respectivamente.

Las semifinales fueron de ensueño. El Clásico Joven se robó las miradas, pero el Pumas-Chivas fue el que más emociones regaló.

Entre cremas y cementeros, el juego de ida fue suficiente. Las Águilas volaron por 2-0 y en la vuelta supieron manejar el resultado para echar a uno de sus grandes rivales.

En la otra llave, el Rebaño se impuso en Guadalajara por 2-1; en la vuelta, Universidad logró el mismo marcador. Los penaltis definieron al popular equipo tapatío como el otro finalista.

La final que el país aclamaba, por la rivalidad de las semifinales pasadas, donde el Rebaño eliminó a su máximo rival en su casa, por fin se dio. América, siempre poderoso y con tintes de campeón, chocó con el Guadalajara, un equipo vertical que sabía cómo hacerle daño a sus rivales.

La ida en el Jalisco fue de alarido. Chivas tenía a hombres que marcaron su historia en la cancha. Fernando Quirarte, Demetrio Madero, Sergio Lugo,Roberto Gómez Junto, Eduardo de la Torre, Eduardo Cisneros y Ricardo Snoppy Pérez fueron la base que el mítico Alberto Guerra decidió alinear ese día. Carlos Reinoso, entrenador azulcrema, no se quedaba atrás. Héctor Miguel Zelada, Alfredo Tena, Cristobal Ortega, Daniel Brailovsky, Javier Aguirre, Gustavo Echaniz y un joven Carlos Hermosillo, fueron los encargados de poner cara por los de Coapa.

América se fue adelante gracias a Hermosillo. El minuto nueve vio como el Grandote de Cerro Azul adelantó a la visita. Y para colmo, Mario Trejo impulsó el segundo de los amarillos en el Coloso de la Calzada Independencia.

Guerra hizo un cambio que modificó el encuentro al ver que de los Cobos se iba expulsado. El aguerrido Néstor de la Torre le cambió la cara al equipo rojiblanco. Yayo, su hermano, puso a los tapatíos en el marcador y a ocho minutos del final, Néstor igualó todo para dejar la serie abierta para la vuelta en el Azteca.

El día por fin llegó. El 10 de junio de 1984, los dos equipos más importantes de México se veían las caras en un Coloso de Santa Úrsula a reventar. Fueron 114,600 espectadores lo que llenaron ese día el estadio para ver a cremas y rojiblancos medirse por el título.

El primer tiempo de inmediato fue complicado para los locales. La expulsión de Armando Manzo en el minuto 26 complicó todo lo planeado por el Maestro Reinoso. Y para colmo, antes del descanso, Zelada bajó al Snoppy Pérez en el área, Héctor Miguel debió irse expulsado, pues era el último hombre, pero Antonio R. Márquez sólo decretó el penalti. Con personalidad, Eduardo Cisneros tomó el balón en sus manos. El Coloso vibraba como nunca. Zelada se movió por toda la línea. El 10 tapatío disparó a la izquierda, pero el Cabezón adivinó la intención y se tiró al lado correcto para robarle la gloria. El Azteca explotó en júbilo como si se tratase de un gol, el marcador llegó al descanso igualado.

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Para el complemento, Reinoso mandó al campo a Eduardo Bacas. El argentino le respondió de la mejor forma. En una jugada individual de Brailovsky, el rebote le quedó a Bacas, quien con todo el americanismo en su pierna derecha, venció a Celestino Morales con un zapatazo raso entre las piernas.

La final se pintó crema desde ese momento. Solo 10 minutos después, en un tiro de esquina cobrado por Brailovsky, Aguirre peinó a segundo palo y entre la tibia marca rojiblanca, el Capitán Furia Alfredo Tena se levantó y contactó con la testa para poner el segundo de las Águilas. El festejo de Tena se inmortalizó como una de las imágenes de la final.

Chivas, desde los 11 pasos y gracias al Sheriff Quirarte, logro acercarse en el marcador, aunque todo fue en vano. Ya en los últimos instantes y con un Guadalajara lanzado al frente, Aguirre hizo un autopase en el área y con un zurdazo potente venció a Morales una vez más para sentenciar la Final del Siglo.

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