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25, noviembre 2020 - 16:00

┃ Alejandro Alfaro

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Diego Armando Maradona vistió varias camisetas en su vida, pero solamente llevaba una tatuada en el corazón. Al Pelusa le tocó defender la playera de Boca Juniors dentro y fuera de la cancha, como jugador y como hincha, tanto en el campo como en la tribuna, desde la gambeta hasta el canto frente a la tribuna popular.

En los primeros años como futbolista profesional, Diego jugó con Argentinos Juniors y ahí escribiría la primera página con los Xeneizes, aunque desde la trinchera rival.

El arquero de Boca, Hugo Orlando Gatti, previo a jugar contra el equipo de Maradona se refirió a Diego como “gordito” e inflado por a prensa. Esas palabras llegaron a oídos del Pelusa, quien advirtió que le haría cuatro goles al Loco, cosa que cumplió durante el enfrentamiento entre ambos clubes.

Para 1981, el Diego fue contratado por Boca Juniors. Su paso fue breve, pero memorable para los hinchas del conjunto auriazul. Ganó el torneo Metropolitano de ese año y tuvo actuaciones que hasta la fecha son recordadas, como en el Súper Clásico contra River Plate en donde brilló con una gran jugada que terminó con el gol de Miguel Brindisi además de un tanto en donde hizo gala de técnica individual al desparramar al arquero Fillol y a Tarantini. Esa anotación es su obra máxima con el xeneize.

La historia de Diego y Boca tendría una pausa. Maradona se fue a conquistar Europa con su futbol. Después vino su tragedia en Estados Unidos 1994 y con ello, la suspensión del futbol.

Para 1997, en su regreso a las canchas, Boca Juniors lo recibió con los brazos abiertos. En el ocaso de su carrera el Diegote volvería enfundarse en la azul y oro que tanto representaba para él, aunque ya no pudo ganar más trofeos.

LA DESPEDIDA

En el año 2001, Diego Maradona tuvo un juego de homenaje y despedida de las canchas. El Pelusa abarrotó La Bombonera en un duelo que reunió a figuras de la talla de Pelé, quien estuvo en uno de los palcos, Lotthar Matthäus, El Pibe Valderrama, Enzo Francescoli, Davor Suker, Hristo Stoichkov, Marcelo Bielsa y Juan Román Riquelme, quien en ese momento era ídolo de la actualidad en Boca Juniors.

El juego estuvo lleno de momentos emotivos, pero uno de ellos fue cuando Diego se quitó la camiseta de Argentina con la que jugaba para mostrarse con la de Boca, con la 10 de Riquelme en el dorsal. Ese gesto enloqueció a los hinchas presentes.

Aquel emotivo discurso en donde aseguró que pese a todo, “la pelota no se mancha”, lo dio con los colores azul y oro puestos. Una imagen para la posteridad.

LA BOMBONERA A SUS PIES

Ya retirado, era común ver a Maradona en La Bombonera, en los partidos de Boca Juniors. Desde su palco, Diego alentaba a los Xeneizes con fervor, como un hincha más.

Acompañado muchas veces de sus hijas y su circulo más cercano, se asomaba desde su lugar, se sacaba la camiseta y la revoleaba por el aire mientras seguía los cantos que surgían desde la 12.

Con un habano en la boca o con la gorra de Fidel Casto, el Pelusa siempre era captado por las cámaras mientras seguía de cerca al equipo de sus amores.

Curiosamente, el último partido que Maradona dirigió con Gimnasia y Esgrima de LA Plata fue en la cancha de Boca, justo el día que se coronó como campeón de Liga.

Antes del juego, Diego fue homenajeado y sin importar que defendía otros colores en ese momento, todo el estadio se rindió a sus pies.

Seguramente, desde donde esté, Maradona estará al pendiente de Boca, con la azul y oro bien puesta, como lo hizo en vida, como un hincha más.

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