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25, noviembre 2020 - 18:35

┃ AFP

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FOTO AFP 

La incredulidad y la desazón se apoderaron este miércoles de Argentina por la muerte de Diego Maradona, para muchos “su Dios”, y que esta vez no pudo vencer a la muerte que tantas veces lo acechó.

“No lo puedo creer, es una cosa increíble, uno piensa que pueden pasar todas las tormentas, pero se ve que no, terminan siendo todos mortales. Estoy digiriéndolo, siento que es un mal sueño. Siento que es un chiste. Quiero creer que es un chiste”, explica en Buenos Aires a la AFP Francisco Salaverry, de 28 años.

Muchos restaurantes, bares y comercios lucen una imagen de “el Diego”, como se le conocía familiarmente. Algunos paneles municipales, de los que suele avisar de las incidencias del tráfico, rezan “Gracias, Diego”. En varios balcones cuelga la bandera argentina.

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La noticia impacta de lleno en el estado de ánimo de los argentinos, ya muy golpeados por la pandemia del coronavirus y la crisis, en un país donde el fútbol es religión. “Tremenda noticia, otro dolor para este 2020 de mierda”, dijo Isabel Puente, de 70 años.

“Hoy es un mal día, un día muy triste para todos los argentinos”, resumió el presidente Alberto Fernández en una entrevista en el canal TyC Sports, luego de decretar tres días de duelo y suspender todas sus actividades del jueves y viernes.

La Iglesia Maradoniana, conformada por adeptos al “dios” Maradona, convocó a una concentración en su honor a las 18:00 locales  en el Obelisco, tradicional punto de encuentro de las celebraciones futbolísticas en Buenos Aires.

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“No puedo hablar ahora. Voy a ir hoy al Obelisco“, respondió a la AFP con voz entrecortada Guillermo Rodríguez, un fanático que el pasado 30 de octubre, para celebrar el cumpleaños 60 de Maradona, se hizo el décimo tatuaje de su ídolo, que reza “d10S”, una combinación de letras y números que se lee Dios. Rodríguez, de 42 años, llora. Ya no podrá cumplir su sueño mayor de abrazar alguna vez al 10.

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Gabriel Oturi, de 68 años, se dice “totalmente conmocionado, dolorido”. “Le voy a ser franco, creo que fue un gran tipo que no tuvo muy buenas relaciones a su alrededor, que se aprovecharon mucho de él”, sentenció.

En cada una de sus caídas y recaídas, consecuencias de su consumo de drogas o excesos de alcohol, muchos señalaron al “entorno” del 10. En ese entorno, siempre respondían que a él no lo podía manejar nadie. En su última internación tras una operación en la cabeza a principios de noviembre, tuvieron que sedarlo para evitar que se fuera del sanatorio.

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