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Mira

26, noviembre 2020 - 15:16

┃ AFP

maradona

Foto: AFP

Con un peregrinaje silencioso y conmovedor a la curva B del estadio San Paolo, cientos de napolitanos despidieron este jueves con altares improvisados, lágrimas y bengalas de humo a Diego Maradona, ídolo de una ciudad que se identifica con su extravagante y a la vez trágica vida.

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El desfile, la mayoría formado por hombres, casi todos con la mascarilla por la pandemia de coronavirus, se interrumpía de vez en cuando por los aplausos y coros de “Diego, Diego, Diego“.

Los aficionados han convertido el estadio en un santuario en memoria del argentino.

Cientos de velas, rosas azules, fotografías, bufandas y camisetas han sido colocadas frente a las rejas del estadio, que fue la verdadera casa de Maradona en Nápoles.

Rosario, de 77 años, famoso por ser el poeta del estadio, peluquero en su juventud y que vive enfrente del San Paolo desde 1954, recita una poesía que compuso la víspera tras recibir la noticia de la muerte de Maradona en Buenos Aires, a los 60 años, de un paro cardíaco.

“Escucha esta voz que canta, es nuestro corazón. Nos has hecho vencer y nosotros te guardamos en nuestro corazón”, canta desatando los aplausos conmovidos del centenar de hinchas que desde la mañana desfilaron ante el San Paolo, según constató la AFP.

“Adiós, ciao Diego”, grita en lágrimas.

Una larga pancarta cubre la parte externa de la entrada al estadio y reza: “Al rey inmortal, tu bandera no dejará de ondear”.

Otra pancarta gigante con colores azul y blanco, los colores del club Nápoles, cuelga de desde el techo del estadio y reza “The King”.

Un idilio incondicional

“No nos esperábamos su muerte. Nosotros no escogimos a Maradona, fue él quien escogió Nápoles”, confiesa emocionado a la AFP-TV Gino, de 48 años.

El idilio de Nápoles con el “Pelusa”, que lideró al equipo a ganar el ‘Calcio’ en dos ocasiones, en 1987 y 1990, estuvo marcado por luces y sombras, fútbol y mafia.

“Su vida privada no nos importó nunca”, comenta por su parte otro aficionado, Antonio, evitando hablar de lo que hizo el astro argentino fuera de las canchas en su paso por Nápoles de 1984 a 1991, marcado también por sus fiestas nocturnas, sus líos sentimentales y, sobre todo, su adicción a la cocaína a través de la cual conoció y mantuvo relaciones con la Camorra, la mafia napolitana.

“Representé al sur, a una parte de Italia que no contaba”, confió el argentino en el documental del 2008 que le dedicó Emir Kusturica, transmitido la noche del miércoles por el canal 7 de la televisión italiana.

Para Il Mattino, el diario de la capital del sur de Italia, entre las ciudades más pobres de la península, donde la tasa de desempleo ha alcanzado el 30%, tres veces más de la media nacional, Nápoles pierde sobre todo a un símbolo “con sus vicios y virtudes”.

Pese al confinamiento y al toque de queda nocturno que rige con tiendas y restaurantes cerrados en toda la región de Campania, fuertemente afectada por el covid-19, las autoridades no lograron impedir en la noche los coros de estadio y la columna de bengalas de humo color rojo encendidas simultáneamente alrededor del estadio, en una suerte de abrazo colectivo.

Los napolitanos también rindieron tributo a Maradona con un minuto de silencio, respetado en toda la ciudad, al inicio del partido que el Nápoles juega sin público ante el Rijeka de Croacia, con la cinta negra de luto, en la cuarta jornada de la fase de grupos de la Europa League.

El duelo se percibía, “el Rey”, el “inmortal”, el “Dios” será recordado como el “el eterno rebelde que regaló felicidad y redimió a una humanidad desesperada y sufrida”, convertido hoy en un “símbolo de libertad”, como escribe el diario de izquierda Il Manifesto.

En uno de los años más negros de la historia de Italia, que ha registrado más de 50.000 muertos por el coronavirus, Nápoles aparece una ciudad en luto, con pancartas, banderas y retratos de Maradona colgando de edificios y balcones.

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“Sentimos que hemos perdido un pariente, uno como nosotros, con sus debilidades y talentos”, confiesa rodeado de fotos de Diego y de las páginas originales de los diarios con sus hazañas futbolísticas, Bruno Alcidi, de 59 años, propietario del céntrico Bar Nilo, quien conserva como una reliquia en un altar un  mechón de cabellos de Maradona.

El último héroe de los últimos“, que unió a una ciudad, a pobres y ricos, con el fútbol, ahora “juega con los ángeles, que lo quieren como capitán, para que los lleve en triunfo como sólo él sabe hacerlo”, resume emocionado Gianmpiero ante el estadio que llevará el nombre de la leyenda argentina.

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