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24, enero 2021 - 8:00

┃ Marysol Fragoso

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Foto: Archivo ESTO

Si algo sobra en la Fiesta Brava es pasión. Entre los profesionales taurinos los hay quien la desborda por los costados. Es el caso del michoacano Enrique Fraga quien este 2021 estará de plácemes al cumplir 30 años como matador a caballo.  Se trata de la historia de un michoacano que a los 13 años de edad decidió labrarse una profesión en el mundo del toro hasta obtener altos objetivos en los ruedos. Se distinguió primero como torero de a pie, luego consiguió una trayectoria de mayor calado como rejoneador y en la actualidad sobresale como criador de toros de lidia y de caballos.

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Fraga tiene otra faceta como maestro de equitación, de alta escuela y del propio rejoneo por lo que considera que a lo largo de estas tres décadas dichas disciplinas han evolucionado para el bien de la fiesta brava: “No estoy de acuerdo con esa frase que afirma: todo tiempo pasado fue mejor. Al contrario, creo que, tanto en el toreo, como el rejoneo, como la crianza del toro de lidia, ahora se viven los mejores tiempos”, ello, de acuerdo a la experiencia que le da su destacada trayectoria.

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“Ahora hay un mejor nivel en todos los sentidos. Lo que juega en contra son las enormes distancias que hay que recorrer en el país para poder torear de un sitio a otro, eso es terrible, pero por el resto hay un alto nivel, además, está la competencia que genera una superación artística entre los toreros, en especial, entre los rejoneadores, pues como hay pocas corridas de rejones, los toreros tienen que salir a morirse en el ruedo”, consideró el caballista moreliano.

“Antes, cada quien tenía que aprender únicamente de su maestro; ahora, la tecnología y en especial, el video, es un apoyo que permite ver lo que hacen los toreros en cualquier lugar del mundo, comparar, practicar lances y suertes que hacen otros para estar siempre a la vanguardia”, agregó desde su rancho, al término de una larga jornada de trabajo que inició a las cinco de madrugada y terminó a las ocho de la noche, “porque ya no hay luz, de lo contrario seguiríamos en el monte”, agregó.

Son numerosos los personajes del mundo del toro que han aprendido los secretos de la monta y el dominio de los caballos con este hombre de recia personalidad y franca sonrisa, que por muchos años radicó en un cortijo del Estado de México y desde aquél lejano tiempo cuando aprendía el arte del rejoneo con don Pedro Louceiro, empezó a dar clases de equitación: “A Don Pedro no le gustaba dar clases a otras personas, por eso yo empecé a hacerlo, en base a lo que él me enseñaba. Muchos toreros estuvieron aprendiendo conmigo, pero no les gusta contarlo y yo respeto su decisión. En definitiva, entre mis alumnos más destacados están hace años: Giovanni Aloi y en la actualidad los hermanos Funtanet: José y Javi. Me encanta enseñar en la tranquilidad de mi trinchera de la manera más correcta sin hacer mal a nadie y sin que me hagan daño porque soy un apasionado de esta vida”.

Por otra parte, como ganadero se siente satisfecho por el logro de hace dos años en la Plaza México, es decir, el indulto de su toro llamado Fantasma, por parte del rejoneador Diego Ventura. Astado que se encuentra en la ganadería con su primera punta de vacas: “Tras el indulto, a Fantasma le llevó casi un año lograr su recuperación absoluta, por eso, hasta ahora lo pusimos con una pequeña punta de vacas; en febrero lo vamos a separar para esperar las crías y en septiembre lo volveremos a poner con una punta mayor de vacas. Tengo también padreando a otro toro que me indultaron en San Juan del Río, de nombre Mariano; al semental Tarasco y a Purépecha, este último es muy bueno, pues todos sus hijos conformaron el encierro de la Plaza México y fueron muy buenos; mientras que para lidiarse tengo cinco encierros”, dijo.

Enrique vive consagrado en el campo bravo para hacer producir su ganadería de toros de lidia, en la que maneja el encaste mexicano de Saltillo y el español de Parladé, así como su yeguada: “Estoy dedicado a ello, trabajo desde que amanece hasta que se marcha la luz del sol porque esta actividad no es sólo un gusto: es mi pasión. Podríamos decir que el campo bravo es una esclavitud que me vuelve loco. Soy muy feliz criando a mis toros, a mis vacas y a mi yeguada, además, recién formé una huerta y siembro gran parte del alimento que consumen mis animales”.

Al referirse a la forma en que maneja los encastes de toros afirmó: “Un 65 o 70 por ciento de mi ganado es de origen Parladé y un 35 o 30 por ciento es de lo mexicano que venía de Campo Alegre y que pertenece al encaste de Saltillo”, concluyó.

Primer torero con doble alternativa: matador y rejoneador

Al paso de su anda en la Fiesta Brava, Enrique Fraga se distinguió al convertirse en el primer diestro en obtener un doble doctorado: como matador de a pie y luego de a caballo. Se da el hecho de que ambas ceremonias se realizaron en la plaza de Mérida, Yucatán. Estas se ubican en el selecto grupo de apenas 20 que se han celebrado en ese ruedo que recién cumplió 90 años de historia. Entre una y otra hay 14 años de diferencia y en ese periodo ningún otro torero fue alternativo en el máximo escenario yucateco.

“El hecho de haber sido el primero en haber obtenido las dos alternativas, es decir: de a pie y de a caballo, lo tengo certificado, pues ha habido otros diestros que torearon en ambas formas, pero no habían recibido sus respectivos doctorados. No lo hice por vanidad, sino por respeto a la profesión y quedó establecido en los libros de historia taurina. El segundo en conseguirlo fue el español Paco Ojeda, quien primero fue una figura a pie y luego se convirtió en rejoneador con alternativa”, señaló Enrique Fraga, en su rancho en Michoacán.

Este torero, debutó como becerrista asesorado por su primo el novillero Benjamín Morales El Tarasco, cuando tenía 13 años. Tuvo oportunidad de vivir y prepararse en Portugal, durante año y medio. Regresó a nuestro país y se presentó en la Plaza México. Logró sumar casi un centenar de novilladas entre México y Sudamérica y luego recibió la mencionada alternativa de a pie. Tras varios años en activo y luego de haber toreado unas 50 corridas en Portugal, decidió convertirse en rejoneador. Esa alternativa le fue otorgada de manos de su maestro don Pedro Louceiro, caballista lusitano avecindado en México. En febrero de 1996, dentro de los festejos del cincuentenario, confirmó en la Plaza México como matador a la jineta, de manos de Gerardo Trueba.

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