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6, febrero 2015 - 13:56

┃ ESTO

nota-toros-saldivar

POR MIGUEL ÁNGEL GARCÍA
FOTOS: ALEJANDRO VILLA

A Lybia y Olinka,
hermosas aficionadas.

VERDAD de Dios que todavía tengo mis dedos entumidos, de manos y pies. Qué noche la de ayer, a pesar de la onda gélida que cubrió a la ciudad el público asiduo a los toros se dio cita copiosamente en los numerados del gran coso para celebrar el 69 Aniversario de la Plaza México, la más grande de América. Y no, ni el espeso frío detuvo el entusiasmo de la romería que prácticamente se quedó con deseos de premiar a los toreros en turno; bueno, hasta el pobre del juez Jesús Morales, que ahora había traído una paca entera de pañuelos blancos, no tuvo oportunidad de levantar siquiera las dos manos. Vaya encierro que se lidió, remendado finalmente, pues se torearon cuatro de la vacada queretana de Barralva y dos del hierro tlaxcalteca de La Joya, que francamente no dieron una. Parece que los toros se pusieron de acuerdo para no salir como sus credenciales acreditan a ambas divisas, pues hay que subrayar que tanto Barralva como La Joya gozan de excelente prestigio. Sin embargo, esta vez los pupilos no tuvieron palabra de honor. Una mala tarde la tiene cualquiera, mas no borra lo que en otras ocasiones han propiciado las dos ganaderías para el lucimiento de los toreros y gusto del aficionado. Y como marcan los falsos cánones eran de esperarse los toros de regalo, cuyos reservas fueron para el primero y segundo espadas, Sebastián Castella y Octavio García “El Payo”, respectivamente, por consiguiente el festejo mayor de la temporada grande culminó rayando la medianoche.
No echo a la basura absolutamente nada de lo que hicieron los toreros en sus toros oficiales. Sebastián se vio dominador, empeñoso, un soberbio guerrero frente a sus dos morlacos que le presentaron cuanto problema pueda tener un toro. Impecable oficio, verdadero maestro, como pocas veces se puede ver al francés de corte artístico, que ha tenido una actuación muy por encima de sus socios y digna. Octavio definitivamente no tuvo de donde echar mano, pareció que no se quiso emplear mucho ante su lote, pero la realidad es que fueron nulas las opciones que tuvo. Y finalmente, Arturo tuvo bastantes problemas ante su primero, que evidenció salir crudo de varas y más que asentar el temperamento del toro, éste se le fue para arriba y aunado a la cabeza que traía como rehilete, Saldívar mejor cortó por lo sano. Cerró plaza con uno de La Joya que apenas si le regaló una serie de dosantinas para cortar la única oreja de la noche y convertirse así en el triunfador del festejo.
Lamentablemente la entrada no fue la esperada: lleno en numerado de sol, tres cuartos en numerado de sombra; general desde hace varios años ya dejó de contar. Ni modo, esta vez el gozo se fue al pozo. Tarde de expectación, tarde de decepción.