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13, marzo 2021 - 7:57

┃ Yael Rueda

Lucha-Libre

La emoción de una arena llena se extinguió y dio paso a una nueva normalidad, las funciones de lucha libre se realizan sin el alma del espectáculo, en una locación vacía. La última vez que los aficionados estuvieron en la México-Catedral fue el 13 de marzo del 2020, aquella noche, Felino y Bárbaro Cavernario se encontraron en el cuadrilátero, lucha de poder a poder y en la que no se guardarían nada, máxime la otra semana se jugarían las cabelleras en el mismo escenario. No sucedió.

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Ese 13 de marzo el grito de los aficionados y las conferencias de prensa post combates se extinguieron junto con el momento en el que las lámparas de la majestuosa Arena México se apagaron.

El Covid-19 tenía apenas unos días de haberse declarado pandemia por la Organización Mundial de la Salud, pero en México poco y nada se sabía de la enfermedad que les ha arrebatado la vida a casi 200 mil personas en el país.

Las apariciones públicas del Doctor Hugo López-Gatell recién habían comenzado y la tranquilidad realmente imperaba, no era una enfermedad con síntomas graves, simplemente había que tener precaución. En la redacción del ESTO no volvieron los apretones de manos, los besos ni los abrazos a partir de entonces, unos días después tampoco volvería la gente a las oficinas de Guillermo Prieto 7.

La noche del 13 de marzo fue quizá la última ocasión que el viento pudo sentirse perfectamente en el rostro de los mexicanos, entonces no era común el uso del cubrebocas -menos todavía aquellos que simulan la máscara de algún gladiador mexicano-, los lentes de protección estaban reservados única y exclusivamente para labores de cierto peligro y las caretas no pasaban si quiera por la mente.

Los mares de gente se notaban más que otros días en las inmediaciones del lugar. El primer pensamiento que vino a la mente fue que la rivalidad que se desató entre los otrora integrantes de la Peste Negra, Bárbaro Cavernario y Felino había llamado poderosamente la atención de los aficionados, y sí, la arena lució esplendorosa, no al 100 por ciento de su capacidad, pero con una buena entrada, aunque la realidad era algo diferente.

A pesar de la calma que las autoridades sanitarias habían dado al pueblo mexicano, muchos establecimientos ya habían comenzado a tomar sus precauciones y el Consejo Mundial de Lucha Libre no fue la excepción. Los trabajadores de la empresa trabajaron a marchas forzadas para tomar la temperatura y sanitizar las manos de los aficionados con gel antibacterial, a eso se debía el tumulto.

Dentro del inmueble, la fiesta fue la misma de siempre, cientos de almas gritaron eufóricas, recorrieron esos pasillos que tienen aroma a cerveza y el piso pegajoso por la misma, compraron máscaras en la boutique de la arena, se tomaron fotos con los luchadores del pórtico central, compraron pizza, cueritos, refresco y disfrutaron de la mejor lucha libre del mundo.

Lo mejor de la noche estaba reservado para los últimos dos turnos de la cartelera. En la lucha semifinal se disputaba la gran final del torneo por el Campeonato Nacional de Parejas y cuatro jóvenes promesas estaban dispuestos a dejar la vida por obtener su primera gloria dentro del Consejo Mundial de Lucha Libre.

La heredada rivalidad entre Atlantis Jr e Hijo del Villano III fue capaz de despertar en la mente de los aficionados aquel mano a mano que sus padres brindaron un 17 de marzo del 2000, el saldo de esa contienda se recuerda hasta la fecha, el Rey Arturo tuvo que entregar su máscara luego de un mano a mano de alarido. El escenario era el mismo, los protagonistas eran otros y el premio también era distinto.

El príncipe de los mares estuvo acompañado por Flyer, el integrante de la Dinastía Mendoza participó junto a Templario. Los cuatro jóvenes demostraron su calidad y dejaron satisfechos a todos los aficionados que gozaron de principio a fin con las acciones.

El equipo ganador fue el de los técnicos, Atlantis Jr y Flyer pudieron dar cuenta de sus rivales y se convirtieron en los nuevos Campeones Nacionales de Parejas.

Para la lucha estelar Bárbaro Cavernario y Felino se toparon por última vez antes del Homenaje a dos Leyendas. El “Australopithecus Apestosus” estuvo acompañado por Carístico y Diamante Azul; el “Rajita de canela” estuvo con Negro Casas y Volador Jr.

Los protagonistas de la gran rivalidad se dieron con todo en el cuadrilátero, dejaron ver su odio en todo momento y fueron capaces de opacar al resto de los luchadores. Todo se definió con Bárbaro Cavernario y Felino en el centro del cuadrilátero. El de la familia Casas aplicó una desnucadora desde la tercera cuerda y ganó la lucha.

La sala de prensa de la Arena México es un espacio sumamente reducido, hoy día sería imposible guardar ahí la sana distancia, pero el 13 de marzo, a pesar de todo, los medios de comunicación se reunieron ahí para obtener declaraciones de los grandes protagonistas.

Atlantis Jr y Flyer saludaron de mano y abrazaron a todos los representantes de los periódicos, revistas y televisoras, la emoción estaba a tope, pero su educación pudo más.

“Mucho gusto, ¿Cómo estás?”, preguntaban los nuevos campeones a cada uno de los reporteros y camarógrafos presentes. Luego de responder a los cuestionamientos se despidieron de la misma forma, con el deseo de que estuviéramos bien y la promesa de que pronto se volverían a encontrar. Desafortunadamente, algunos no podrán cumplir esa promesa.

Bárbaro Cavernario llegó con la prisa de cada viernes. El luchador tapatío solía viajar después de las funciones a la perla de occidente y era imperativo alcanzar su vuelo. Claro que no dio pie a una sesión de preguntas y respuestas, declaró fuerte y corrió a las regaderas.

Felino cerró la noche con un festejo eufórico, con la promesa de que “sus canas, señal de la experiencia”, no serían arrebatadas por un joven talentoso como el “Rey del Garrote”. Se podría decir que quien fuera el luchador más rápido de México cumplió, aunque lo hizo sin subirse al encordado una vez más.

El Homenaje a dos Leyendas se canceló por recomendación de las autoridades sanitarias del país, la cuarentena de 15 días se extendió mucho más de lo esperado, la lucha libre no volvió a ver acción en casi seis meses y un año después, las butacas de la majestuosa Arena México, siguen vacías.

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