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10, febrero 2015 - 11:58

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BERLÍN (EFE).- Hellen Mirren y su compatriota Ian McKellen aportaron ayer a la Berlinale un toque de distinción muy británica, ambos en filmes fuera de concurso y centrados en recreaciones más o menos fieles de la historia reciente.
Mirren, al frente de la película “Woman in Gold”, dirigida por Simon Curtis, se pone en la piel de Maria Altman, la hija de unos judíos austriacos asesinados en el Holocausto que décadas después regresa del exilio en EU a Viena para reclamar un retrato de su tía, pintado por Gustav Klimmt y expoliado por los nazis.
“Las restituciones del arte robado es un capítulo que está lejos de poder cerrarse, sea por la frialdad de las autoridades, sea porque los museos ven peligrar sus intereses”, apuntó la actriz, en un provocativo traje de gala de un verde más que chillón, a millas de lo que se esperaría de la “Queen” que le dio el Óscar, en 2007.
El eje de la película gira alrededor de esa mujer cuya motivación, en palabras de Mirren, es que se le restituya el retrato de su tía, una pieza en el inmenso tesoro que el Tercer Reich robó a los judíos que deportaba a Auschwitz o a otros campos de exterminio.
El filme de Curtis se exhibió en la sección Berlinale Special, mientras que McKellen acudió al festival defendiendo “Mr. Holmes”, la película de Bill Condon sobre el famosísimo detective Sherlock Holmes, que pese a no ser estrictamente un personaje histórico, sino novelesco, sí tiene que luchar contra algunas etiquetas que se le colgaron.
El Holmes de McKellen tiene 93 años, está retirado cuidando sus colmenas, humillado tras no haber podido resolver su último gran caso y atendido en sus limitaciones por una servidora, más su hijo George, el último refugio a su inteligencia detectivesca.
“Sherlock Holmes es uno de los grandes ingleses de la historia, incluso sin haber existido”, dijo McKellen, en colorido atuendo, por encima de la etiqueta que se atribuiría a un británico cien por cien por encima de los 75 años.
La trama del filme se centra en la resolución de ese último caso, una lamparón en el historial de un detective que tiene que luchar contra las lagunas de su memoria, pero que sí sabe a ciencia cierta que nunca tuvo un gorro que siempre caracterizó a su personaje novelesco ni fumó en pipa.