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2, mayo 2021 - 8:00

┃ Marco Montoya

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Marco Montoya

Ver el kickoff de la NFL en septiembre tendrá una sensación distinta. Por lo menos siete figuras en los años recientes decidieron poner fin a su carrera, algunos tienen su boleto seguro al Salón de la Fama y otros se convirtieron en estandartes de su franquicia.

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Drew Brees parte como la principal estrella de la liga que ya no jugará más. La leyenda de los Santos de Nueva Orleans se retiró con una gran cantidad de récords para un quarterback entre los que sobresalen más yardas por pase (80 mil 358), envíos completos (7 mil 142) y temporadas con cinco mil yardas (5). Sólo está por detrás de Tom Brady en pases de touchdown (571).

El recuerdo del mariscal de campo irá más allá de su desempeño en el emparrillado. Llegó a la ciudad cuando se encontraba destrozada y ayudó a levantarla, la reconstrucción finalizó cuando les dio el Super Bowl XLIV, el único en su historia en un duelo de legendarios, enfrente estuvo Peyton Manning como rival.

Otro pasador que también dijo adiós fue Philip Rivers, quien quizá tenga los números para llegar a Canton, pero las opiniones son divididas debido a que nunca pudo llegar al Súper Domingo a pesar de que en sus primeras campañas con Cargadores llegó lejos en la fase de eliminación. En 16 años con los californianos se apropió de todas las marcas del equipo y se convirtió en un hombre de acero a tal grado que jugó su único Juego de Campeonato de la AFC en 2008 con una rotura de ligamentos. Le tocó jugar en San Diego y la mudanza a California, pero ya no alcanzó a estrenar el So-Fi Stadium.

El calificativo tenaz podría definirlo. Tras un 2019 en el que lanzó 20 intercepciones, parecía que su carrera estaba terminada y el equipo decidió dejarlo ir. Con dudas firmó en los Potros de Indianápolis, allí demostró que aún tenía nivel y comandó a la organización hasta los playoffs.

Alex Smith tuvo una trayectoria peculiar. Únicamente ganó 19 partidos en sus primeras cinco temporadas y lucía que sus horas como profesional estaban contadas. Luego se convirtió en un titular eficiente con San Francisco Kansas City y Washington, donde su carrera cambió de manera dramática.

En 2018 se rompió la pierna, la lesión se complicó a tal grado que estuvo a punto de perder la vida, 17 cirugías le practicaron. En un ejemplo de superarse, volvió a jugar tras una larga rehabilitación dos años después. Regresó como el tercer quarterback; sin embargo, las indisciplinas de Dwayne Haskins y la lesión de Kyle Allen le dieron la oportunidad. Quizá su nivel bajó, pero aun así sólo perdió en una de sus seis titularidades, lo que le dio el boleto a la postemporada al Football Team. Le otorgaron el premio a Regreso del Año.

Del lado de los receptores, Julian Edelman formó parte clave de la dinastía de Nueva Inglaterra a tal grado que en el Super Bowl LIII se llevó el reconocimiento de Jugador Más Valioso. Su conexión con Tom Brady se convirtió en un dolor de cabeza para las defensivas.

Quizá jamás llegó al Pro Bowl por su desempeño en la etapa regular, pero a la hora de jugar en enero se convirtió junto con Rob Gronkowski en las principales armas de TB12.

Jason Witten y Greg Olsen son dos alas cerradas históricos, ambos se convirtieron en las manos más seguras de sus respectivos equipos, si bien Witten finalizó en Las Vegas, sus mejores años estuvieron en Dallas.

 

Y ya que se menciona a la ‘Estrella Solitaria’, también perdieron a su líder defensivo Sean Lee. El linebacker comandó la retaguardia del conjunto de Jerry Jones durante la década, lamentablemente se perdió varios juegos por lesión.

Llegó el momento del cambio generacional para algunas organizaciones.

SE RESISTEN AL RETIRO

Tras su último año en Nueva Inglaterra, parecía que el adiós de Tom Brady a los emparrillados sería pronto; sin embargo, en su primera campaña se coronó con los Bucaneros y ya tiene contrato hasta sus 45 años.

Ben Roethlisberger también ya se encuentra en el ocaso de su carrera, el mariscal de campo de los Acereros fue de más a menos en 2020 y se quedó en Pittsburgh gracias a que reestructuró su contrato de 41 millones de dólares a sólo 14. Tras la eliminación ante Cleveland, dejó claro que su intención era continuar como profesional.

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