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Mira

8, mayo 2021 - 19:50

┃ Marysol Fragoso

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Por Marysol Fragoso

Fotos: Cortesía Oscar Mir

Brillante resultó el Festival de Leyendas que se llevó a cabo en la Plaza Cinco Villas, en el Estado de México, donde cada torero fue fiel al emplearse en el ruedo de acuerdo a su sello particular. Al final, el público que asistió bajo la disposición de acceso reducido, salió toreando del coso.

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El maestro Eloy Cavazos superó las expectativas en torno a su regreso para torear ante la afición, toda vez que hace doce años que se despidió de los ruedos y únicamente, hace dos años participó en un festival privado en Provincia Juriquilla, Querétaro, para celebrar su 70 aniversario, donde lidió dos astados de Los Encinos.

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Eloy enfrentó un novillo de Fernando de la Mora, que tuvo nobleza, aunque fue justo de fuerza. Con este realizó una serie de chicuelinas, en el centro del redondel.

Tomó la muleta y su entrega fue tan grande que para la segunda tanda de pases, ya tenía a los asistentes puestos en pie. A pesar de las ráfagas de viento que por momentos lo molestaban, toreó con la mano muy desmayada por el lado izquierdo. Combinó en sus pasajes con molinetes, una tanda de manoletinas y de regiomontanas. Concluyo con media estocada tendida, un pinchazo y una estocada entera. Cortó una oreja, con petición de una segunda que no fue concedida.

Guillermo Capetillo tuvo una tarde de inspiración. Empleó el capote para ejecutar una tanda de verónicas que fue un prodigio y con garbo, condujo al toro de Montecristo, hacia el picador. Colocó al astado en la boca de riego, para implementar la primera tanda, en una faena que fue al alza e hizo bueno el dicho: “arte mata todo”, pues el hijo del maestro Capeto, bordó el toreo con temple, por el pitón derecho, que fue el mejor del ejemplar. Tras tres cuartos de estocada y varios golpes con el descabello, perdió la oreja, sin embargo, los aficionados lo llamaron a dar vuelta al ruedo.

Javier Bernaldo enfrentó doble compromiso ya que lidió un morito de su propia dehesa. Lo recibió con una larga cambiada de rodillas, pegado a tablas, ligó un quite por chicuelinas. Como corresponde a un torero que es un super-clase, cada pase que engarzó en sus tandas, fue con la figura muy erguida y las manos muy bajas, lo cual dio gran proyección a su trasteo que fue largo y sentido. Una serie de trincherazos, antecedió a un pinchazo y descabellos, por lo que recibió un aviso, antes de las palmas de, público.

Javier Conde no salió en su tarde, ya que a pesar de su intención no logró acoplarse al novillo más serio del encierro de la ganadería de Montecristo, por lo que abrevió y regaló un ejemplar de Bernaldo de Quirós, con el que recibió dos avisos.

Curro Díaz abrió el pomo de las esencias con otro de Montecristo. Destacó con el capote y cuajó muletazos con despaciosidad y ritmo. Su labor artística, en la que incluso se dio el lujo de realizar muletazos a pies juntos, fue coronada con media estocada, que le valió para cortar una oreja.

Adrián de Torres demostró un buen concepto del toreo y se acopló muy a la embestida del toro mexicano. Con el que le correspondió de Montecristo, que acometía al engaño, pero al que le faltó un punto de mayor emotividad, logró buenos pasajes, pero al intentar despacharlo, este lo prendió en dos ocasiones, sin consecuencias.

Cabe destacar que se rindió un homenaje a Agustín Lara, en la voz del barítono Jorge Guerrero, quien durante cada lidia interpretó un pasodoble de la inspiración del llamado Flaco de Oro.

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