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16, mayo 2021 - 8:00

┃ José Luis Camarillo

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José Luis Camarillo

FOTO: Erik Estrella

Diariamente de 7:00 a 13:00 horas, se puede ver a grupos de personas llegar escalonadamente a la Escuela de Boxeo Coreanito Mateos, en los Viveros de Coyoacán, a entrenar al rayo del sol. Entre ellos, hay profesionistas e incluso políticos.

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“Bienvenidos al ‘Coreanito’ Team”, se lee en una vieja pared de ese lugar de entrenamiento, sin techo. En la parte central del muro está un dibujo de Mateos en su época de campeón gallo de Norteamérica, junto a una imagen de la Virgen de Guadalupe y pinturas de los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl. La apertura tuvo efecto el 1 de mayo de 2011.

Se utiliza un ring desmontable, a ras de piso. Los costales y las peras penden de una estructura metálica muy sencilla, cerca de las canchas de basquetbol.

“Tengo como alumnos a actrices, actores, médicos, abogados, gente que trabaja en limpieza, enfermeras, enfermeros, camilleros, oftalmólogos o dentistas. Uno es periodista y otro es actor”, nos dijo Francisco Mateos Vilchis, el “Coreanito”, quien fue campeón del torneo amateur capitalino Guantes de Oro y, como profesional, monarca gallo de Norteamérica.

Su primer ‘pelea’, antes de ser amateur, fue cuando era ayudante de albañil y ‘puso quieto’ a otro trabajador de mayor tamaño que intentaba hacerle bullying.

“Ya cuando era peleador profesional, corría en los Viveros y me ponía a hacer barras. Visualicé un espacio despejado, como un gimnasio. Hablé con el administrador del Deportivo José Gorostiza, en la puerta 5, le pedí permiso para poner algunos aparatos o costales. Fue después de que sostuve mi última pelea profesional, en diciembre de 2010”, recordó Mateos.

“Yo traía la idea de poner un gimnasio al aire libre para fomentar el deporte y transmitir mis conocimientos. Me han aceptado bien entre la gente de Coyoacán y de colonias aledañas”, puntualizó.

Mateos creó un grupo de WhatsApp, al que le llegan incontables mensajes de gratitud por cada éxito individual.

“Al principio abundó, durante un año o un poco más, tuvimos poca respuesta, pero fuimos picando piedra y la gente se fue sumando”.

A pregunta expresa, Francisco indicó: “Tengo inscritos a más de 100, pero al ser profesionistas en su mayoría, entrenan cuando pueden. Vienen nuevos, algunos se van, otros regresan, pero siempre tenemos gente, gracias a Dios”.

No le ha faltado algún problema.

“En 2016, querían desalojarnos para poner una cafetería, pretendían quedarse con una casita que tenemos como bodega, donde guardamos los aparatos. Varios abogados que entrenan, me acompañaron a Derechos Humanos y ahí nos dieron la razón, porque fomentamos el deporte”, detalló.

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