Marco Montoya

Foto: Oswaldo Figueroa | ESTO

¡Diablos! Pasaron 613 días desde la última vez que hubo una fiesta en el infierno, los invitados esperaron más de lo imaginado para que se abrieran sus puertas, pero finalmente el tiempo de penitencia llegó a su fin y en las gradas del Estadio Alfredo Harp Helú sólo queda algo por decir: ¡Playball!

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El regreso de la pelota se debe al personal médico; hombres y mujeres que han luchado y continúan la batalla contra el bicho llamado Covid-19. En reconocimiento, cuatro miembros del sector salud lanzaron la primera bola, posteriormente el inmueble escarlata estalló en un minuto de aplausos como homenaje.

Quienes tuvieron la fortuna de conseguir un pase gritan por los que están afuera o se quedaron en su casa. Las gargantas necesitaban esa llama que produce ver a su equipo, a los Diablos Rojos del México. Y, por otra parte, también regresó un clásico de la Liga Mexicana de Beisbol: Los tradicionales tacos de cochinita.

El plato fuerte llega desde el Puerto, El Águila de Veracruz vuelve renovado y con una figura ex ligamayorista. El cañonero Yasiel Puig se ha apoderado de los reflectores. A sus 30 años regresa al país que ha dicho en incontables ocasiones querer tanto. Enfrente, los pingos presumen a Roberto Osuna con sus 155 salvamentos al máximo nivel.

La casa de los pingos recibió aficionados en su partido final de preparación ante Pericos de Puebla. Aun así, nada se compara con la fase regular, a partir de ahora sí cuentan las victorias y derrotas. Los capitalinos comienzan el camino a la ‘Misión 17’ con sus fieles vestidos del único color válido en el averno: el rojo.

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