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Mira

18, febrero 2015 - 10:05

┃ Fernando Schwartz

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QUISIERA no entender vasco para saber lo que pasa con Javier Aguirre y la acusación de los amaños de partidos. Primero el de Real Zaragoza contra Levante, que es una querella con pelos, señales e indicios que vienen de atrás. Pero ahora que se suma una del Espanyol frente al Osasuna, con el que jugó y que lo llevó a iniciar su Odisea como técnico en Europa. Hoy se convierte en una Ilíada rumbo a la inocencia, esto se ha puesto terrible y parafraseando al “Vasco”: “Híjole, mano. No sé qué decirte”.
Es increíble cómo la vida puede cambiar de un segundo a otro. Javier es el único técnico mexicano con camino en Europa y lo ha hecho decentemente en cuanto al trabajo y resultados entregados. Su carisma y forma de expresión, más su forma de dirigir en la cancha y dirigirse a los medios, le abrieron un nicho especial, sobre todo cuando salvó a los navarros del descenso y los llevó a una competición continental.
Ya no les acompaña porque fue al Atlético de Madrid, con el que su trabajo fue apreciado aún sin alcanzar objetivos. De ahí a salvar al Espanyol, para después emprender de nuevo un reto con la Selección de Japón, después de acudir a dos Mundiales al frente del combinado mexicano.
En los zapatos de Aguirre, pienso que esta inesperada situación le marca ya su carrera profesional y su propia vida. Más allá de que resultase inocente el nombre ya fue manchado con tinta de sangre que corre por la audacia de Agapito Iglesias y quedándome la duda, en ese beneficio que da, puede ser una amenaza para que lo haya aceptado a hacer o fue engañado como el chinito, hecho que me cuesta creer sabiendo de la inteligencia que siempre ha acompañado a Javier, y sobre todo porque cualquier toma de decisiones la realiza conjuntamente con su esposa Silvia y nunca da el paso por sí solo.
Javier no necesita embarrarse las manos y tirar el prestigio a la borda por 80 mil euros. Su chequera aumentó en grandes ceros desde que rescató el Mundial del 2002 para México y posteriormente con el bomberazo a Sudáfrica 2010. Sin embargo, hoy que las acusaciones rodean el entorno, uno se acuerda de gestos adustos como aquella conferencia de prensa previa a Argentina, en Sudáfrica, aquella patada a Phillips en Copa de Oro, aquellos momentos en los que decidió jugársela con “Bofo” frente a Argentina, cuando decidió sentar a Guillermo Ochoa y dar la titularidad al “Conejo” Pérez, cuando sacó a Ramón Morales frente a Estados Unidos y metió a Luis Hernández, cuando le dio minutos a García Aspe en ese mismo juego en su adiós de Selección, o cuando dejó fuera a Claudio Suárez del 2002 por aquella fractura en Denver. Todo eso parece muy chiquito y de poca importancia ante lo que hoy está viviendo en su confusión el “Vasco”.
La querella crece y crece. Es presunto culpable mientras no se compruebe su inocencia y ante el acecho de la prisión está también el circo mediático que esto lleva alrededor y que se destapen cloacas que estaban cerradas con esta nueva que saltó a la opinión pública con el duelo entre Espanyol y Osasuna.
El “Vasco” ahora debe convertirse en el Quijote de la defensa de su prestigio y de su honradez ante un gordo Sancho de inquisición mediante la justicia que persigue a más de 40 personas en la primera querella y donde la verdad tendrá que salir a flote.
La experiencia de Javier en Japón se dio en un abrir y cerrar de ojos. En 196 días de la ilusión todo pasó al adiós. La eliminación en Copa Asiática lo aceleró todo, pero sabiendo la sangre Samurái cómo es me queda claro que tiraron el sable por delante sabiendo que algo va a pasar, o conformados de algo que ni usted ni yo sabemos.
Aguirre ha desaparecido de la opinión pública. En 10 días jugará el partido más importante de su carrera ante el tribunal y sólo quedaría por manifestarle: “Híjole, mano. No sé qué decirte”.

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