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2, agosto 2021 - 14:35

┃ AFP

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FOTO: AFP

Para asegurar el buen desarrollo de sus Juegos Olímpicos, Japón hizo un llamamiento a su población y numerosos jubilados, entre ellos algunos de más de 90 años, desafiaron al Covid-19 y respondieron presentes para trabajar como voluntarios.

A Takashi Kato se le humedecen los ojos rememorando los Juegos de 1964, cuando era un niño y su madre lloraba al seguir la ceremonia de apertura de aquella cita olímpica que también acogió la capital japonesa.

Sus padres había vivido la Segunda Guerra Mundial y la celebración de los Juegos apenas dos décadas después representaba para su madre algo que iba más allá del deporte.

“Lo siento, no puedo evitarlo, me emociono cuando hablo de esto. Fue la primera vez que la veía llorar“, explica Kato.

Este recuerdo lo empujó a inscribirse 57 años después como voluntario para los Juegos de Tokio-2020.

A los 62 años este profesor de matemáticas retirado es casi un joven al lado de otros voluntarios que están ayudando durante la quincena olímpica.

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IR HASTA EL FINAL

De los 71.000 voluntarios de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, casi 15.000 tienen más de 60 años. Según la organización, 139 tienen más de 80 años y entre ellos tres superan los 90.

La presencia de tantos ‘seniors’ salta a los ojos porque el ejército de voluntarios que desembarca en los Juegos cada cuatro años está compuesto normalmente por jóvenes.

Y no solo los voluntarios. En las diferentes sedes olímpicas la mano de obra remunerada que trabaja en sectores como la seguridad, la restauración o los transportes también tienen una media de edad superior a la habitual.

Esta situación refleja la realidad demográfica japonesa: la población del país es la más envejecida del mundo, con cerca del 28% con más de 65 años, según los datos del gobierno.

Takashi Kato se preguntó si trabajar en los Juegos no le exponía a los riesgos de contagiarse de Covid-19, al que las personas de más edad son más vulnerables.

“Pero decidí que tenía que llegar hasta el final de mi deseo. Tenía la determinación de trabajar como voluntario“, explica.

“Si fuera posible, me gustaría ser voluntario también en los próximos Juegos, en París, pero sería un obstáculo más que otra cosa porque no hablo ni inglés ni francés”, bromea.

AL SERVICIO, SIEMPRE

Como Kato, Toshio Hongoh trabaja en el imponente centro de medios, donde miles de periodistas de todo el mundo se reúnen cada día.

A pesar de sus 73 años, todavía está en forma, haciendo una serie de ejercicios abdominales que muchos menores de 50 no podrían realizar.

Su estado de forma es una herencia de su juventud dedicada a la gimnasia. Aunque nunca pudo representar a su país, fue al mismo centro deportivo que el campeón olímpico de los Juegos de Múnich 1972, Teruichi Okamura.

Desde entonces Hongoh conserva la forma. Compitió en triatlones hasta los 60 años y hace pesas todos los días.

“El último servicio de mi vida”, relató este antiguo responsable de recursos humano sobre lo que significa ser voluntario en los Juegos.

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“Siento que formo todavía parte de la sociedad y que puedo aportar algo al colectivo. He recibido tanto de los otros... Intento devolver lo que he recibido, al comité (olímpico) y a Japón”.

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