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Mira

8, agosto 2021 - 18:31

┃ Rubén Beristáin

Tri Olímpico

Rubén Beristaín

FOTO: Oswaldo Figueroa

Orgullo de bronce, recibimiento de oro. Los medallistas olímpicos en Tokio 2020, en la disciplina de futbol, regresaron a la capital con medalla en cuello, sonrisas y satisfacciones, y como auténticos héroes tras haber conseguido el tercer lugar en tierras niponas.

La espera valió la pena. El vuelo proveniente de Japón se retrasó por más de una hora. El aterrizaje estaba pactado 15:30 horas, pero fue casi a las 17:00 cuando salieron triunfantes por la puerta de salida. En ese momento todo fue una fiesta mexicana.

El ambiente en el aeropuerto Benito Juárez fue excepcional. La sala E2, que recibe todos los vuelos internacionales de Asia, estuvo abarrotada. Varios familiares se reunieron para recibir a los medallistas tricolores. Las parejas de Roberto Alvarado, Luis Romo, Sebastián Córdova, Jorge Sánchez y Alexis Vega; los padres de Diego Lainez, Johan Vázquez Sebastián Jurado y Jesús Angulo, todos se reunieron en un mismo espacio para recibir a sus futbolistas como se merecían. También hubo aficionados con sus camisetas de Cruz Azul, América, Pumas y hasta Chivas. Por un lapso de tiempo se olvidaron de sus colores y todos se unieron en una misma voz:

¡Viva México!“. Incluso algunos curiosos que llegaban de otras partes, personas que casualmente pasaban por el lugar y trabajadores de tiendas, no se quisieron perder el festín y se integraron gustosos. Cerca de 250 personas, quizá un poco más, no se quisieron perder el momento y estuvieron presentes. El Covid-19 que se acrecenta en la Ciudad de México poco importó y fue evidente la razón. Una tarde así no se volverá a repetir. Eso sí, todos portaron cubrebocas, caretas, aunque la sana distancia no existió en ningún momento.

El mariachi puso la música con temas como El Rey y Cielito Lindo. Las pancartas relucieron por lo alto. “Bienvenidos medallistas olímpicos, los amamos” y otra que decía “Bienvenidos a casa”, adornaron el recinto aeroportuario. Otros lo hicieron con flores, algunos con globos. Nadie se quedó fuera.

El momento llegó. Los jugadores se vieron de lejos, bien enfundados con su uniforme en rojo, pero con algo resplandeciente en el pecho. La de bronce brilló como nunca.

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El primero en aparecer fue Luis Romo y todos se abalanzaron sobre él. El mediocampista de La Máquina, con muchos trabajos, pero pudo salir avante del tumulto. Guillermo Ochoa fue el siguiente y escapó a velocidad mientras era custodiado por la seguridad. Sebastián Córdova también fue asediado de gran forma y Diego Lainez tuvo que esperar porque todos lo esperaban para tenerlo cerca.

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Mientras que Alexis Vega tuvo que ser protegido por varios policías para sacarlo sano y salvo del inmueble. Ellos cinco fueron los más solicitados. Después siguió el desfile de los demás. Roberto Alvarado, Jorge Sánchez, Sebastián Jurado, Henry Martín y los restantes lo hicieron con más calma, pero gustosos de sonreír a la cámara.

México es de bronce. La selección olímpica hizo historia en Tokio y fue recibida de la misma magnitud. Como auténticos héroes nacionales que siempre serán recordados como medallistas nacionales.

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