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2, septiembre 2021 - 0:00

┃ Miguel Ángel Mujica

Enrique Rosales, jefe de rotativas del ESTO

MIGUEL ÁNGEL MÚJICA

FOTOS: ULISES BRAVO

La impresión del ESTO se queda de por vida. No importa que sea a color o sepia, una vez en el Diario de los Deportistas, siempre se vivirá con el deporte en el corazón. La historia de Enrique Rosales se remonta al año 1982. Joven y con muchas ganas de trabajo, llegó al decano con la ilusión de forjar una vida de trabajo sólido y honesto.

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“El ESTO es parte de mi vida, yo entré un 29 de septiembre de 1982, salí un mes y regresé, un mes duré fuera, estoy aquí desde el 82, son 38 años aquí y con mucho orgullo”, dijo el jefe de Rotativas.

El recuerdo le inundó la mente. Su padre, gran amante del periódico, le inculcó la tradición desde muy pequeño. “Yo me acuerdo como desde que era niño mi papá compraba el ESTO. Salían los posters, mi papá tapizaba las paredes de mi casa con planas completas, los muñecos, las caricaturas. Yo crecí viendo el ESTO”, aceptó.

“Soy americanista de corazón y en esa época el ESTO traía los posters de Carlos Reinoso, de esos jugadores que dominaron con el América, mi papá los coleccionaba todos. Cuando vi la oportunidad de trabajar aquí, luego luego dije que sí, te acostumbras al ambiente, es una familia aquí, te la llevas siempre en el corazón”, confesó.

Ya consagrado como una de las piezas fundamentales en la elaboración del Diario de los Deportistas, traslada el amor por las páginas que lo hicieron amar su trabajo. “Mi familia se interesa mucho de todo. A veces tomo fotografías, videos de las máquinas, me hacen preguntas, les gusta mucho y les gusta saber todo, pero no nada más a ellos, esto ha ido creciendo, somos una cadena muy grande. Se imprimen muchos periódicos aquí y a mi familia le interesa muchísimo, siempre me preguntan y a mí me encanta transmitirles la pasión por mi trabajo”.

Su esposa también sabe lo que es llevar el sepia en la sangre. Fue el padre de su pareja el que lo adentró al que ahora mismo es su segunda casa. “El papá de mi esposa trabajó aquí. Trabajó en redacción, era chofer de reporteros, él es el que me consiguió trabajo aquí, yo entré de 16 años, muy jovencito, ya cumplo 55 el otro mes, es toda una vida dedicada al ESTO y me ha hecho feliz”.

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Probó en otro lado, pero supo que dejar al Diario de los Deportistas fue lo más complicado que podía hacer. “Yo salí un mes y volví, me aceptaron de regreso, tenían el conocimiento de que ya sabía, volví y me doy cuenta lo difícil que es dejarlo, me doy cuenta por gente que se fue de 70 o 75 años, que se fue y dejó su vida, cuesta mucho dejarlo, es algo que llevas tatuado”, aceptó.

El diario siempre le permitió crecer. “Me tocó imprimirlo en sepia muchos años. Yo empecé barriendo, amarrando pacas, desde abajo, haciendo todo eso, fui avanzando, me colocaron la rotativa del sepia, me colocaron de ayudante, pasó el tiempo y después fui el encargado de la rotativa, fui prensista, y de ahí me pasaron para acá a imprimir de color el ESTO. He crecido junto con el periódico, me ha tocado desde sepia a color, ahora es así, pero la esencia es el sepia, es un avance, pero me hubiera gustado que se quedara algo sepia”, confesó.

Se confesó completamente agradecido por la confianza que le han tenido desde el primer momento que llegó.  “Yo soy corazón sepia, así lo conocí, aprendí en sepia y me encantaba el sepia, ya ahora en color te acostumbras, ya lo tengo ahí a color, pero el alma, la vida, todo es sepia, lo bonito era eso, es la esencia del periódico, el sepia siempre será el ESTO y en el corazón del ESTO siempre se recordará el sepia”, remató.

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Arte y vivencias, la otra cara del departamento de impresión

La noche suele ser la mejor amiga de las rotativas. Es cuando la mayoría duerme que el periódico toma forma y se convierte en lo que es. El arte, como Enrique Rosales, jefe de rotativas del ESTO, conoce a la impresión, lo mantiene despierto.

Es a las altas horas de la noche cuando las máquinas no paran. El papel gira, la tinta se impregna y la labor de los prensistas toma más relevancia.

Enrique lo ve con sapiencia, es ese momento en el que ve las fotografías en el papel cuando sabe que la magia se ha vuelto a crear.

Esto es un arte, la impresión en el periódico lo es, te das cuenta cómo una fotografía salga tan bien en un papel con tantas placas, manejando los colores, es un arte, te emocionas y te acostumbras”, dijo orgulloso.

Pero no sólo es la impresión lo que lo mantiene impactado noche con noche, el respeto a las gigantescas maquinarias que se esconde en la zona baja del edificio de la Organización Editorial Mexicana le da la sensación de que se puede domar a un monstruo de la información. “Hay mucho respeto a la máquina, ojo, no es tenerle miedo, desde ahí se comienza, es tenerle respeto, precaución y aprender, una vez que la máquina se echa a andar, la máquina está viva, se maneja de acuerdo a lo que tú manejes, depende de ti, ya no es de ella, cobra vida y se respetará siempre”, aclaró. Y continuó: “La presión es constante, tienes que estar preparado para todo porque no sabes a qué te puedes enfrentar”.

Lo vivido en las madrugadas le recuerda lo frágil que puede ser un pequeño error que cueste toda la impresión.

“Hay de anécdotas a anécdotas. Desde buenas a malas. Trabajar en rotativas es muy peligroso. Uno debe tener cuidado porque te puedes hacer daño. Aprendes a cuidarte. Me han tocado muchos accidentes, desde gente que se agarra la mano, que se caen de las escaleras, se resbalan con la solución que utilizamos, me ha tocado mucho de eso, no es que te acostumbres, es feo, pero ya sabes qué hacer cuando sucede”, añadió.

No todo es peligro, las convivencias en aniversarios o fin de año suelen ser inolvidables.

“También hay cosas buenas, muchas. Los aniversarios, las fiestas de navidad, los festejos, desde que se hacía en el restaurante Arroyo, el fin de año, las despensas, los pavos, hay muchas cosas, los festejos de la virgen cada año, he disfrutado de todo en esta magnífica empresa”.

Su relación con los directores va más allá del trabajo. “Hubo muchos directores que siempre estuvieron atentos, Salvador Aguilera, actualmente David Segoviano, he conocido a varios, a Antonio Andere, todos con buen trato, no tenemos tanto contacto con los de redacción, pero sí con los directores, incluso con Aguilera jugábamos futbol, un convivio muy bueno, han sido grandes momentos, trato cordial, y cuando hay reuniones de fin de año pues ya saben, todos a convivir, a llevarse bien, con ganas de vivirlo y disfrutarlo”.

La gente pasa, pero él jamás olvidará sus años en el Diario de los Deportistas. “He visto pasar mucha gente, como jefes, ayudantes, compañeros, he tenido noticias de compañeros que trabajaron aquí y fallecieron, se siente feo porque somos una familia, hoy estamos aquí y toca disfrutar porque mañana uno no sabe, mucha gente que a veces ya ni me acuerdo”, cerró.

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