Con la tecnología de Google Traductor

Mira

27, febrero 2015 - 12:12

┃ ESTO

nota-espe-richard-clayderman

POR ALMA ROSA CAMACHO

UNA exquisitez musical brindó la noche del pasado miércoles el concertista francés Richard Clayderman, quien al hacerse escuchar a través de su piano y músicos de cuerdas que lo acompañaron en el escenario del Teatro Metropólitan, obsequió su recital “Romantique”.
A lo largo de poco más de 95 minutos, 13 piezas instrumentales entre melodías de teatro y temas de películas, inundaron la atmósfera del foro, con una audiencia por demás receptiva a lo ofrecido por el artista europeo, quien sin esforzarse se dirigió en español a su público mexicano que conserva en los últimos 30 años.
“¡Buenas noches, señoras y señores! Estoy muy contento de estar con ustedes en México. Vamos a tener gratos momentos con estos músicos. A mí me gustaría hablar en francés –y sí lo hizo, pero en forma tan rápida que terminó diciendo en castellano: ¡Muchas gracias!”.
De esta forma dio la bienvenida, tras ejecutar inicialmente piezas como “Adagio espartaco”, como del musical “Les misérables”, del que seleccionó “Bring him home” y “I dreamed a dream”, de los autores Claude-Michel Schönberg/Claude-Michel Schön.
Sin embargo, tras tocar el piano a lo largo de más de 15 minutos, el momento cumbre se da cuando ejecuta una de sus obras más conocidas, “Balada para Adelina”, de Paul de Senneville.
El pianista en su séptima ejecución lo hizo con la pieza “Montesco y Capuleto”, de Sergey Prokofiev, de la obra musical “Romeo y Julieta”.
De la cinta “La lista de Schindler”, seleccionó “Tema”, de John Williams, y “Hallelujah”, de Leonard Cohen.
Respaldado del ensamble de cuerdas, de ocho violinistas y dos cellistas, siguió el músico francés con las notas de “Le onde”, de Ludovico Einaudi; “O mio Bababbino caro”, Giacomo Puccini, y “Tú me elevas”, de Brendan Graham/Rolf Lovland.
Clayderman, cuya música siempre suena en las fiestas de XV años en México, se mostró por demás complacido con su audiencia en el Metropólitan, a la que obsequió autógrafos y su pañuelo. Fue una exquisitez y dicha tenerlo nuevamente en nuestro país.
Para despedirse, expresó nuevamente en español: “Un millón de besos y un kilo de gracias. ¡Hasta luego!