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21, noviembre 2021 - 8:00

┃ José Ángel Rueda

CORRUPCIÓN EN QATAR 2022

JOSÉ ÁNGEL RUEDA 

La víspera se hace corta. A un año de la Copa del Mundo de Qatar 2022, los ocho estadios están prácticamente listos; sin embargo, una nube de polvo cubre su majestuosidad. El evento más importante del futbol mundial se acerca hundido en una serie de cuestionamientos que van desde la corrupción con la que fue obtenida la sede hasta la violación recurrente de los derechos humanos de los trabajadores, la mayoría inmigrantes, que buscan dejar a punto cada rincón del país asiático. 

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A pesar de que 13 selecciones ya tienen su boleto, el futbol, para la próxima Copa del Mundo, siempre ha sido lo de menos. Desde que el entonces presidente de la FIFA, Josep Blatter, anunció en el 2010 que Qatar albergaría el Mundial del 2022, los cuestionamientos no han dejado de escucharse. 

Más allá de las condiciones poco propicias para la práctica del futbol en verano debido a las altas temperaturas, las sospechas de corrupción encendieron las alarmas. No estaban equivocados aquellos que percibían el entramado. Diversas investigaciones señalan que Mohamed Bin Hamman, entonces presidente de la Federación de Futbol de Qatar, sobornó a miembros de la FIFA con un pago de 3.6 millones de dólares para obtener su voto. El directivo no estaba solo, detrás tenía el poder de un emirato dispuesto a todo con tal de poner a su nación ante los ojos del mundo. Lo que no sabían es que tendrían los reflectores, pero no de la forma que esperaban. 

El escándalo terminó con múltiples funcionarios cesados y suspendidos de por vida. Incluso Joseph Blatter culpó de manera directa a Michel Platini, entonces presidente de la UEFA, de mantener una reunión con el mandatario de Francia Nikolás Sakozy y Tamin bin Hamad Al Thani, actual emir de Qatar, a tan sólo nueve días de la elección de la sede; según el ex presidente de la FIFA, en aquella reunión se gestó el fraude. A pesar del esfuerzo de diversas federaciones por quitarle la sede al país qatarí, los intentos no prosperaron.

Con la corrupción como sombra, un nuevo escándalo surgió en los años posteriores. Según cifras proporcionadas por la Fundación para la Democracia, alrededor de 10,000 trabajadores, en su mayoría extranjeros, han perdido la vida en la última década en Qatar ante las intensas jornadas a las que son sometidos. Un alto porcentaje de esas muertes, se estima, están relacionadas con la construcción de los estadios y la infraestructura mundialista. 

Los derechos de las mujeres también están en entredicho. Según un informe presentado por Human Right Watch, las damas tienen que pedir permiso para casarse o estudiar en el extranjero con becas del gobierno, tampoco pueden desempeñarse como tutoras de sus hijos e hijas; es decir, no tienen derecho a decidir sobre situaciones claves en sus vidas.  

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Qatar, sin embargo, se empeña en preparar su fiesta. La panorámica de Doha, donde los altos y lujosos rascacielos contrastan con lo árido de su superficie, representa una metáfora digna de un país plagado de misterios. Independiente desde 1971, cuando se separó del Reino Unido e ingresó a la ONU, el país asiático encontró el progreso mediante una inagotable riqueza petrolera. El oro negro sustituyó a las perlas y al comercio marítimo como el principal sustento. Al paso de los años, la producción de gas también se ha convertido en una importante fuente de ingresos, en un esfuerzo por hacer de la economía un sector diversificado y sostenible. 

Gobernados mediante décadas por la familia Al Thani, Qatar funciona a modo de emirato; es decir, una monarquía donde el poder absoluto lo tiene un emir, actualmente representado por Tamin bin Hamad Al Thani, quien, en el 2013, sustituyó en el trono a su padre Hamad Bin Khalifa Al Thani. 

En los poco más de 11,500 kilómetros cuadrados que comprende el árido territorio de Qatar viven 2.7 millones de personas, dos terceras partes lo hacen en Doha, la capital. La historia retrata un país en el que el 80 por ciento de sus habitantes son extranjeros que se asentaron en el país con la intención de encausar la importante actividad petrolera. Sin olvidar, desde luego, que Qatar cuenta con el segundo índice de desarrollo humano más alto del mundo árabe, por detrás de los Emiratos Árabes Unidos.  

Hay una sola frontera terrestre que se extiende por el sur con Arabia Saudita. Lo demás es agua, el Golfo Pérsico que abraza la tierra. En Qatar se habla árabe, pero también el inglés, producto de la multiculturalidad que produce la inmigración. La totalidad de la población tiene derecho a asistencia sanitaria gratuita sin importar la nacionalidad. Lo mismo ocurre con el sistema educativo. 

La religión predominante es el islam; según estudios, se estima que el 92.4 de la población es musulmana, y que las minorías católicas y cristianas gozan de más libertades. En verano, el calor es abrumador, con temperaturas que a pleno sol pueden superar los 40 grados, esta situación obligó a cambiar la Copa del Mundo al invierno, donde el clima es más bien templado. Como buen desierto, se dice que llueve poco.

El partido inaugural se disputará el 21 de noviembre, en el estadio Al Bayt, el cual tiene una capacidad para 60 mil espectadores. 

EL DEPORTE COMO PROPAGANDA EN QATAR 

A medida de que la economía de Qatar se hacía más fuerte gracias a sus inagotables reservas petroleras, un poderoso impulso surgió de la mente de sus gobernantes; dar a conocer la riqueza del país mediante un plan estratégico de expansión. El deporte, como es natural, representó una buena vía. 

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La próxima Copa del Mundo, a disputarse del 21 de noviembre al 18 de diciembre del 2022, es apenas uno de los tantos esfuerzos que ha realizado el país asiático por colocarse en la vanguardia deportiva. El escenario, donde los ocho estadios se levantarán sobre la capital, permitirá a los visitantes conocer la cultura de un país plagado de misterios. 

A la organización del mundial se le suman otras acciones que han buscado el posicionamiento de Qatar, como por ejemplo, el reciente fichaje de Lionel Messi al París Saint-Germain, un equipo de por sí plagado de estrellas del calibre de Neymar y Mbappé. Cabe recordar que el club francés es propiedad de la firma Qatar Sports Investment, una subsidiaria de Qatar Investment Authority, fondo de inversión cuyo director es Tamin bin Hamad Al Thani, nada menos que el emir de Qatar. El país asiático también implementó un plan de desarrollo futbolístico con Xavi Hernández a la cabeza; el actual director técnico del Barcelona no sólo fungió como jugador y técnico del Al Sadd de Qatar, sino que trabajó como una especie de embajador del próximo Mundial. La aerolínea Qatar Airways también abrió terreno hace unos años, cuando patrocinó la playera de un club de talla mundial como el Barcelona. 

Aunado al futbol, este fin de semana se correrá por primera vez el Gran Premio de Qatar. El emirato llegó a un acuerdo con la Fórmula Uno por los próximos 10 años, en un evento que suele atraer la mirada no sólo de los espectadores locales, sino también de los turistas.

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