José Ángel Rueda

Foto: Mexsport

Alfredo Moreno era muy joven cuando cambió la provincia de Santiago del Estero por Buenos Aires. El joven futbolista, con apenas 15 años, llegó a las inferiores de Boca Juniors con más ilusión que esperanza. Le gustaba jugar al futbol, pero nunca se pensó futbolista, hasta que un buen día se encontró en la práctica con aquellos que eran sus ídolos.

Xeneize desde pequeño, Alfredo Moreno disfrutaba de aquel Boca Juniors de los años noventa. Creció viendo a Maradona, a Batistuta. El atacante podía jugar de nueve, pero también le gustaba bajar a recibir el balón. Tenía calidad para las dos cosas.

A pesar de su corpulencia, pronto llamó la atención de Carlos Bianchi, que por aquellos años buscaba en la gente joven para consolidar un proyecto que contaba con figuras como Juan Román Riquelme, Martín Palermo, Guillermo Barros Schelotto, Walter Samuel.

Moreno llamó la atención de Bianchi, pero también de sus compañeros. Más allá de los goles que metía, era peculiar su forma de caminar, de ahí surgió el sobrenombre de “Chango”, símbolo de identidad que lo acompañaría durante toda su carrera. Hay quien dice, también, fiel al misterio que evocan los apodos, que el mote es así porque en Santiago del Estero y en otras provincias norteñas se le dicen changos a los hombres.

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El “Chango” Moreno debutó con el primer equipo de Boca en 1999. El joven futbolista pudo cumplir el denominado sueño del pibe, ese momento reservado para el primer domingo que se mira la grada desde la cancha.

Sus primeros partidos fueron duros, hasta que llegó el de la consolidación. El 22 de marzo del año 2000, el “Chango” marcó cinco goles en la goleada 6-1 de Boca Juniors sobre el Blooming de Bolivia, por la Copa Libertadores. Aquella noche soñada, Guillermo Barros Schelotto le dio cuatro asistencias, mientras que Juan Román Riquelme le dio la otra.

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La actuación de Moreno atrajo los reflectores de la hinchada y de la prensa, que veían en el delantero un buen relevo de las grandes glorias. En los años posteriores, el “Chango” alternó estancia en México, donde se convirtió en figura, con vueltas esporádicas al futbol argentino, donde siempre cumplió y se le recuerda con cariño.

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