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Mira

4, marzo 2015 - 10:45

┃ Luis García Olivo

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CARTAGO, Costa Rica.- Una historia como pocas.
A una hora de San José se encuentra Cartago, una pequeña ciudad en donde un par de mexicanos, hijos de Enrique Meza, labran su camino en la dirección técnica del Sport Club Cartaginés, uno de los cuatro grandes del futbol tico.
Si bien se pueden dar por ganadores, ya que comparten el apellido y sangre de uno de los entrenadores mexicanos más ganadores, ellos buscan hacer su propia historia, misma en la que pretenden superar a su progenitor, más allá de que les cueste el triple de esfuerzo para lograrlo.
Dichos consanguíneos no son oportunistas y no se aprovechan de la fama del padre, sino más bien y por sus medios se abren paso en Costa Rica, en un futbol que hoy por hoy es el mejor de la Concacaf.
Así, Enrique y Diego Meza, técnico y auxiliar respectivamente, relatan la vivencia por ganarse un nombre y apellido, una experiencia y un fogueo en pro de regresar a México y dirigir en Primera División, su máximo sueño, pero mientras éste llega pican piedra en el país de la Pura Vida.
“La verdad es que queremos hacer nuestra carrera, nuestra propia labor, sabemos que tenemos un apellido ganador, pero nos queremos abrir paso por nuestra propia cuenta. En el pasado estuvimos con él (su padre en un equipo de México), pero queremos hacer carrera y no porque tengamos a nuestro padre”, abre Enrique Meza Jr. en exclusiva para ESTO, al que le narra el año y medio que llevan en este país centroamericano.
“Llegamos en junio del 2014, estuvimos seis meses en Santos de Guápiles, un equipo pequeño, pero al que le guardamos mucho cariño. Mohamed Morales me dio la oportunidad de dirigir en este equipo de Primera División, de venir a Costa Rica”.
Después del semestre el proyecto finalizó, “pero nos llamaron de Cartaginés gracias al trabajo que realizamos. Nos invitaron y aceptamos el reto. Es un desafío importante, ya que Cartaginés tiene 75 años sin ser campeón, por lo que es algo importante en mi carrera”, explica el valiente entrenador de 35 años.
Diego, el auxiliar y mano derecha en la aventura tica, lo secunda y sabe de la magnitud del desafío. “Estar hasta acá nos va a servir, hemos ganado mucha experiencia y eso nos va ayudar en un futuro que podamos ir a México”.
Y es que, “la idea y el objetivo principal es volver a nuestro país y dirigir en primera, pero primero hay que hacer un buen trabajo acá, logrando ser campeones y luego ver si se pueden abrir las puertas para poder regresar”, agrega confiado en que esos tiempos lleguen.
Y aunque el sueño luce complicado, saben que es más “cuando en el pasado no jugaste profesionalmente, los que sí llevan una gran ventaja, un paso adelante, y eso nos cuesta el doble de trabajo”, dicen casi en forma de coro.

ADAPTACIÓN
Ha pasado un año y medio en estas tierras, país en el que por noventa minutos son el principal enemigo del costarricense, pues una vez que finaliza dicho tiempo, el tico vuelve a ser cordial con ellos, pero desde la grada reciben intimidaciones con mensajes de discriminación.
“Nos dicen de todo, que “pobres mexicanos nos regresemos a nuestro país”, que robamos oportunidades a los de acá, y te enfadan, pero en todas esas veces debes guardar la calma. Hemos recibido discriminación y ofensas, pero siempre debes mostrar respeto a la gente que viene a pagar por verte ganar”, asevera el entrenador, consciente de que el futbol en el país centroamericano es “muy apasionado, lo que hizo su Selección en el Mundial vino a levantar el ánimo en todos, es una Liga competitiva y no muchos lo saben, hay jugadores de mucha calidad y la única diferencia es la infraestructura. Los jugadores tienen calidad y el deseo de sobresalir”.
Y su hermano precisa el lado bueno del país centroamericano: “No hay mucha diferencia con México, la comida tiene un cierto parecido, a excepción del picante, pero en ese aspecto nos hemos adaptado muy bien. La gente es amigable, queda adaptarte a algunas palabras, que para ellos es más fácil escucharlas y entenderlas”.

ARROPADOS
En esta aventura no están solos, desde México y hasta en Costa Rica los apoya su padre, como coincidentemente en esta ocasión, quien desde las gradas del estadio Fella Meza los observa trabajar.
“Nuestro papá siempre está atento a lo que estamos haciendo, ve los partidos, cualquier problema que tenemos lo consultamos con él, qué mejor maestro que él, nos ayuda mucho, nos da consejos, tenemos poco en el futbol y él tiene una experiencia enorme”, dice el homónimo del ex entrenador del Pachuca.

SUEÑO
Su ilusión es regresar a México y dirigir en Primera, pues si bien han estado con su padre en algunos clubes o al cargo de las inferiores, no han escuchado las suculentas ofertas de la Liga de Ascenso. “Por el momento estamos acá contentos, trabajando en el proyecto, pero igual y nos gustaría mucho regresar a nuestro país y para nosotros sería un sueño dirigir en México”, finaliza Diego con el Lábaro Patrio de su entrañable México.

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