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28, enero 2022 - 21:12

┃ José Ángel Rueda

El trágico final de Olga Korbut_ la gimnasta que cambió los JJOO con un salto prohibido

JOSÉ ÁNGEL RUEDA

FOTO: REUTERS

La historia olímpica está compuesta de pequeños momentos de gloria. El instante en el que todo cambia y nunca más vuelve a ser como antes. Los Juegos Olímpicos de Múnich 1972 tienen varios relatos, aunque sin duda uno de los más especiales le corresponde a la gimnasta bielorrusa Olga Korbut, quien fue capaz de cautivar a todo el mundo con sus movimientos.

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Ya sea desde las gradas del Estadio Olímpico de Múnich o desde las televisiones que proyectaban por vez primera unos Juegos Olímpicos a color, la gimnasta de apenas 15 años atraía todas las miradas. Algo había en ella que evocaba la delicadeza propia del arte. Korbut pronto demostró su calidad al liderar al equipo soviético a la medalla de oro.

En la parte individual, sin embargo, la cosa no fue sencilla para la atleta. Tres errores graves en las barras asimétricas durante el all around la relegaron al séptimo puesto. Las imágenes que llegaban desde tierras alemanas retrataban a una joven en franco llanto, a consciencia plena de haber dejado escapar la gran oportunidad.
Pero Korbut, pese a su juventud, sacó la experiencia, y el impulso que la mantenía a flote para volar por los aires fue el mismo que le permitió ganar el oro en el suelo y en la barra de equilibrio.

 

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SALTO PROHIBIDO

La historia de una revancha la volvió a colocar en las barras asimétricas, aquellas que un día antes habían frustrado un sueño. La joven gimnasta, con su traje blanco con vivos rojos, comenzó su rutina, y casi al comienzo sorprendió a los jueces, pero también al mundo, con un movimiento nunca antes visto. La soviética tomó impulso y se puso se pie sobre la barra más alta, para luego dar paso a un salto mortal hacia atrás.

Ese tan sólo fue el inicio de una presentación que contaría con permanentes detalles estéticos. Los jueces no dieron el 10, pero un 9.8 le permitió a Korbut colgarse la medalla de plata.

La algarabía fue tanta que aquel movimiento revolucionario fue bautizado como el “Salto Korbut”, aunque muchos años después, en el 2009, el salto fue prohibido por ser demasiado peligroso para las gimnastas. El legado de Olga Korbut, sin embargo, ya había plasmado su fuerza. La bielorrusa también participó en los Juegos Olímpicos de Montreal, ahí ganó un oro y una plata, esos juegos en los que la gimnasta no sólo contó con ella como referente, sino también con Nadia Comaneci.

La figura de Korbut, sin embargo, trascendió generaciones. Cuenta la leyenda que el servicio postal le asignó un empleado para llevarle las miles de cartas que recibía semanalmente de todas aquellas personas en las que generó un impacto.

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VIDA COMPLICADA

A pesar de que sus presentaciones retrataban una sonrisa, los años de deportista de Olga Korbut tuvieron episodios sumamente dolorosos. En su libro autobiográfico, publicado en 1999, la ex gimnasta reveló haber sido víctima de múltiples abusos sexuales por parte de su entrenador Renald Knish.

“La verdad es que muchas gimnastas eran no sólo máquinas deportivas, sino también esclavas sexuales de sus entrenadores. Yo fui una de ellas”, señaló la campeona olímpica.

“El proceso de preparación concluyó poco antes de los Juegos de 1972, cuando vino a mi cuarto con una botella de coñac y me obligó a beber varias copas. Lo que ocurrió después son recuerdos terribles que me acompañaron durante largos años”, agregó.

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Korbut se convirtió en una de las primeras gimnastas en denunciar abiertamente el haber sido víctima de abuso sexual por parte de su entrenador: “Temía que si la verdad saliese a la luz ésta me aplastaría. Le temía al propio Knish. Me golpeó varias veces. Llegaba a casa con moretones y tenía que mentir y decir que eran producto de caídas en los entrenamientos”, dijo.

Los problemas de la figura de los Juegos Olímpicos de Múnich 1972 no pararon ahí, en el 2017 salió a la luz que Korbut había puesto en venta sus medallas olímpicas debido a su precaria situación económica. Según un reportaje publicado por el New York Times, una vez retirada y tras la caída de la Unión Soviética, Korbut emigró a los Estados Unidos, donde trabajó en algunos gimnasios pero fue despedida al tener problemas con el alcohol.

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