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11, marzo 2015 - 14:02

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POR HÉCTOR REYES

LA vida de uno de los mejores maratonistas en la historia de México, Rodolfo Gómez, estuvo ligada a Don Mario Vázquez Raña. Primero, cuando fue designado el atleta que encendió el pebetero de los Juegos Panamericanos de 1975, en el estadio Azteca. Posteriormente, el día que conquistó la medalla de oro en los 10 mil metros planos, durante los Juegos Panamericanos de San Juan, Puerto Rico, en 1979, ante la pobre cosecha de medallas, era urgente romper la inercia negativa y él lo hizo de alguna manera.
Esas fechas fueron significativas para Don Mario, quien como Presidente de la Organización Deportiva Panamericana rescató los Juegos Continentales, así como su ascenso en calidad de titular de la Asociación de Comités Olímpicos Nacionales 1979. Ganador de los maratones más importantes del mundo y el primer atleta olímpico profesional en el mundo, Rodolfo junto con su esposa Adriana Fernández, no menos famosa, como ganadora de Nueva York y tetracampeona panamericana, regresaron el domingo al COM para estar presentes en el homenaje luctuoso rendido a Don Mario y ayer para entrenar como en los viejos tiempos reverdecieron sus glorias en un arco triunfal y el amor que los une desde hace 17 años.
“Siempre reconozco que siempre fui el hijo rebelde del Comité Olímpico, que siempre estuve muy inquieto, siempre manifesté inconformidades, y cuando Don Mario me llamaba para decirme: ‘A ver, qué pasa, ¿en qué estás inconforme?’ Siempre había detalles que después yo reflexionaba y decía: ‘Tiene la razón’”, reconoció en retrospectiva sobre su relación.
 “Alguna vez me dijo que hay que saber respetar jerarquías y es algo que no olvido y luego hay infinidad de detalles. Por ejemplo, de acciones bondadosas que tuvo conmigo y que nunca olvidé y la voluntad que siempre tuvo en su oficina, la mayoría de las veces yo nunca batallé para hablar con él y siempre dispuesto a dar el buen consejo”, recordó emocionado y rememoró la fotografía del video presentado en el homenaje donde están juntos.
Rodolfo fue contratado en Perú para formar la escuela de fondo, compromiso que finalizará después de los Juegos Olímpicos de Río 2016 y por su parte Adriana comenzó a entrenar como representante del Club Rodolfo Gómez. Los peruanos le han ofrecido permanecer como responsable del proyecto de atletismo hasta el 2020, gracias a que su proyecto rindió frutos en cantidad y calidad en corto tiempo.
La verdad, sí lo extraño bastante, para mí sí ha sido muy pesado estos dos años que ha estado lejos de mí, de nosotros, pues ni modo, el compromiso de él es hasta Río 2016 y hay que esperar un poquito más y tener paciencia”, dijo Adriana Fernández con resignación.
“Yo tuve una experiencia muy bonita con Don Mario, porque cuando me iban a premiar en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo, él nos invitó a cenar, llegamos tardísimo y nos esperó, ya que pospusieron la premiación y él nos esperó, fue un detalle muy agradable del dirigente que hizo crecer al deporte mexicano”,  manifestó Adriana, a quien le insistió siempre que tramitara su título, porque tenía planes para ubicarla en la dirigencia deportiva.
Rodolfo, con el cronómetro en mano, como se le recuerda siempre, es abrazado por su esposa, como un símbolo de que el tiempo es un verdugo que no podemos engañar.