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Mira

15, abril 2022 - 21:36

┃ Miguel Ángel Mujica

Nuevo proyecto (53)

MIGUEL ÁNGEL MÚJICA

FOTOS: RAMÓN ROMERO

La serenata de Chivas comenzó con mucho ánimo, continuó con reclamos y terminó en desastre. Muchos aficionados rojiblancos se dieron cita en el hotel de concentración del Rebaño Sagrado, la barra Irreverente convocó a los seguidores y todos respondieron en punto de las siete de la tarde. Los reclamos no se hicieron esperar, pancartas y dibujos con los rostros de los directivos rojiblancos resaltaron entre la multitud. Amaury Vergara y Ricardo Peláez fueron disfrazados de payasos y los lemas de “mucho sueldo y pocos huevos” fueron los que brillaron mientras los cánticos comenzaron.

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La barra reunió familias, parejas y muchos niños cantaron a favor de su equipo. El Rebaño no estaba en el hotel, pero se llevó una sorpresa cuando arribó a su inmueble. Los aficionados comenzaron a cantar más fuerte cuando el camión pasó a un costado. “Jugadores, jugadores”… retumbó con toda la fuerza sobre periférico, mientras el transporte ingresaba, los jugadores, en ese momento, no dieron la cara.

Los cánticos no se detuvieron. “Cantemos todos con fuerza”, se escuchó mientras la lluvia iniciaba a caer. Nada detuvo a los aficionados, la pasión alimentó sus corazones y los alentó a continuar con sus canto. La noche cayó, pero a la gente poco le importó. Su voz se hizo una y el rumor de que los jugadores sí saldrían acrecentó junto con la emoción de ver a sus ídolos.

Los minutos pasaban, aunque las gargantas no se desgastaban, el aficionado rojiblanco no iba a parar hasta ver a sus jugadores. “Sal Rebaño, sal”, exigían mientas algunos mantenían la esperanza

Dos jugadores se asomaron. Antonio Briseño y Ángel Zaldívar quisieron acercarse. El Pollo no pasó desapercibido y la gente le pidió un momento. Antonio accedió, pero los líderes de la barra le dijeron algo. Briseño decidió retirarse mientras se decía de cosas con el dirigente del grupo de animación. Algo no le gusto a otro miembro de la porra y se saltó la barda, en ese momento, el caos se desató por completo.

 

 

Que se vayan todo, que no quede ni uno solo”, sucumbió el lugar mientras Briseño y Zaldívar entraban al hotel. El alboroto se concretó con un anuncio en la entrada que cayó y tronó otro cristal. La lluvia de vidrios no alcanzó a nadie, mientras la policía retiraba a todos los liosos. Retadora, la porra continuó con su cántico hasta que los propios líderes pidieron calma.

Fue en cuestión de segundos que todos los aficionados desaparecieron. Algunos subieron a sus carros, otros abordaron camiones, el alboroto se terminó de raíz en unos minutos. La serenata rojiblanca terminó en desastre y junto al momento deportivo confirman el circo tapatío que se vive en Chivas.

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