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Mira

28, abril 2022 - 10:07

┃ Paco G. Vilchis

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PACO G. VILCHIS

FOTO: ESPECIAL

Brasil, una cuna de los mejores futbolistas del mundo, especialmente los de color, comenzando con el más grande, Pélé, hasta pasar por Garrincha, Ronaldo, Ronaldinho, Neymar, Cafú, Rivaldo o Romário, por citar unos cuantos ejemplos, vive una doble moral gracias a los prejuicios raciales heredados de la esclavitud, ya que, fuera de las estrellas que deslumbran en el campo, a los directores técnicos de color se les tiene relegados.

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Para muestra de lo anterior está el hecho de que en la Primera División brasileña, donde actúan 20 equipos, únicamente existe un estratega de color, Jair Ventura, técnico del Goiás y hijo de la leyenda de aquel país y mundial, Jairzinho, también de tes morena.

Esta es una excepción en la actualidad, ya que es muy normal que de hecho no exista ningún entrenador de color en las campañas anteriores. A decir de Marcelo Carvalho, director ejecutivo del Observatorio de Discriminación Racial en el Futbol, entrevistado por la Agencia AFP “Lo más impresionante de ese dato no es que no haya entrenadores negros, sino que ese debate ni siquiera existe en el futbol brasileño. A la sociedad brasileña no le extraña no tener personas negras en esos espacios. ¿Por qué? Porque en Brasil no es común tener personas negras en esas posiciones. El futbol termina siendo una repetición de esa sociedad racista”.

Para comprender todavía más el tema del racismo en Brasil, la propia agencia revela que las personas de color y mestizas representan el 55.8 por ciento de los 213 millones de habitantes del país, los cuales sólo tienen una representación del 24.4 por ciento en el Congreso y apenas un 29.9 por ciento en puestos gerenciales, según los números que maneja el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.

Los prejuicios raciales se ven reflejados claramente en el futbol, justo en la posición de directores técnicos, ya que en los últimos años sólo han podido dirigir en la Priemera unos cuantos estrategas de color, como Andrade, Cristóvao Borges, Marcao, Roger Machado y el citado al principio, Jair Ventura, único de su raza al frente de un plantel al momento.

Y en la Selección Nacional también pasa algo similar. En un recuerdo está la participación de Vanderlei Luxemburgo, estratega de color que comandó los hilos de Brasil entre 1998-2000 y, antes que él, apareció en 1959 el carismático Gentil Cardoso.

Supuestamente la diferencia entre jugadores y entrenadores está basada en que los jugadores son parte de un sistema y acatan las órdenes, mientras que los entrenadores se encuentran en posiciones de poder, mal vistos por los prejuicios raciales que ponen en duda sus capacidades intelectuales y de liderazgo.

Tras el fin de la esclavitud, en Brasil no hubo una política de oportunidades para las personas negras, por ello quedó en la mentalidad de la sociedad que los negros no ocupan esos espacios (de poder o liderazgo) porque no quieren o son inferiores intelectualmente”, asegura Carvalho a AFP.

Pero al parecer este aspecto no sólo se refleja en el futbol de Brasil, es una constante en muchos lugares del mundo, tal como pasó en el pasado Mundial de Rusia 2018, donde sólo Aliou Cissé, de Senegal, fue el único entrenador de color de las 32 selecciones que disputaron el campeonato.

 

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