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Mira

21, mayo 2022 - 19:27

┃ Rubén Beristáin

libres y lokos

 

POR RUBÉN BERISTÁIN
FOTOS: LUIS GARDUÑO
ENVIADOS

San Pedro.- Los aficionados de Tigres hicieron lo suyo. El equipo los necesitaba y ellos no fallaron, incluso se encargaron de dar el banderazo de salida rumbo a una remontada histórica. Sin perder ni un poco de fe pensaron que todos juntos podían lograrlo desde un par de horas antes al comienzo del partido, y así lo hicieron.

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El apoyo fue incomparable, la confianza por alcanzar una final más de Liga MX no disminuyó en lo absoluto, a pesar de los tres goles de desventaja que tenían ante Atlas. San Pedro Garza se pintó de azul y amarillo, sobre todo en las afueras del hotel de concentración, uno de los más reconocidos de Nuevo León.

Desde un día antes Los Libres y Lokos anunciaron el plan en redes sociales. “En los malos momentos escucharás mi voz. Vamos a hacer la despedida más grande que se haya visto en México cuando el equipo parta rumbo al Volcán. Hasta el último aliento. Todos persiguiendo una ilusión, que no nos la robe nadie. Haz lo tuyo, haz tu juego”, la convocatoria tuvo un éxito rotundo.

La afición respondió a lo grande. Cerca de 500 aficionados llegaron con banderas gigantes, mantas con leyendas como “Con la fe ciega y el corazón sobre todo”, “Lo más grande de mi vida Tigres”, “No estás solo, somos un montón” y “El único equipo de México que nunca está solo”, instrumentos, bombas de humo con los colores representativos de la institución, y sobre todo un apoyo sin igual. “Estamos en las buenas y las malas, porque Tigres es pasión, sentimiento que nació en el corazón”, comenzaron a cantar a todo pulmón.

El primero en hacer su aparición fue el técnico Miguel Herrera. “Venga Piojo, sí se puede, con todo”, le gritaron los seguidores universitarios que se percataron de su presencia. Nahuel Guzmán fue el siguiente. El portero argentino, acostumbrado a este tipo de ambiente, levantó los brazos y aplaudió de forma efusiva. Javier Aquino siguió sus pasos, mientras Carlos González, Luis Quiñones y Florian Thauvin miraron perplejos el ánimo incondicional de los suyos.

El camión dio marcha en reversa y la fiesta comenzó. Con un largo pasillo lleno de júbilo fue despedido rumbo a una hazaña épica en el Universitario, de esas que le faltan al equipo para considerarse de los más grandes de México, al menos en apoyo, sí lo es.

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