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31, mayo 2022 - 9:35

┃ Paco G. Vilchis

tenista

PACO G. VILCHIS

FOTO: @MANSOURBAHRAMIOFFICIAL

Bien dicen que si la vida te la limones hay que hacer limonada. Este refrán aplica a la perfección sobre el tenista profesional de 66 años, el iraní de nacionalidad francesa, Monsour Bahrami, quien no pudo tener una destacada carrera en el circuito de la ATP.

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Profesional desde 1974 y retirado en 2003, el atleta tenía desde siempre un talento particular, al pegarle a la bola con efectos demasiados raros, al tiempo de realizar suertes que destanteaban a los rivales. Su capacidad lo llevó a formar parte del equipo Copa Davis de Irán a los 16 años, resultando campeón junto a sus compañeros.

Era el talento de su país; sin embargo, por la Revolución Islámica a finales de los 70, el tenis desapareció prácticamente de su tierra y emigró a Francia, donde incluso en 1989 llegó a jugar la Final de Dobles de Roland Garros al lado de Eric Winogradsky

Su visa para estar en Francia había caducado y con ella parecía que sus sueños también; sin embargo, el tenista, sin hogar y sin un techo dónde quedarse, pernoctaba en la puerta 13 del estadio del Abierto de Francia.

En su último intento por sobresalir y ya como ilegal en Francia, se inscribe en Roland Garros y derrota al tercer mejor sembrado. Su habilidad sorprende a propios y extraños y hasta a varios políticos, quienes le ayudaron para darle su pasaporte de nacionalidad francesa, por lo que Roland Garros le dio una nueva esperanza de seguir en esta vida con un propósito. 

Su época de tenista profesional pasó más sin pena ni gloria en cuanto a la obtención de títulos se refería, pero siempre fue un espectáculo verlo jugar por las suertes que realizaba sobre las canchas, algo que paraba de sus asientos a los espectadores que lo llenaban de aplausos

Debido a su talento para dominar la pelota, de la cual inició a enamorarse desde que era recogepelotas, tiempo en el que usaba cualquier utensilio común como un sartén, tablas o cualquier otro tipo de esférica para hacer trucos que parecían imposibles.

Esa magia la fue perfeccionando y Monsour Bahrami se ha convertido en el hombre espectáculo de varios torneos a los que es invitado para que la gente se deleite con sus suertes, intentadas ser imitadas por los amantes del deporte blanco, pero sin éxito. 

En varios eventos tenísticos, Monsour Bahrami, especialmente en el Abierto de Francia, la gente hace filas para ver sus exhibiciones, que sacan caras de impresión y que al iraní le hacen sentirse feliz al sacar sonrisas de la afición. 

Es un ‘showman’ dentro de las canchas, varios tenistas lo consideran un genio por los efectos y las cosas que logra coordinar sobre sus partidos de exhibición, en los que lo revientan a pelotazos desde el piso, y él responde todas las pelotas, aún cuando parece que el punto es un hecho para el contrario; de la nada saca la raqueta, de manera veloz, como un pistolero, y hace quedar en mal al oponente. 

Sus magia es digna de actos de circo, él y la raqueta se convierten en uno sólo y eso le ha llevado los elogios de las más grandes figuras del tenis, como Rafael Nadal, Novak Djokovic, Roger Federer, John McEnroe. Incluso, el legendario Rod Laver lo ha descrito como el jugador más naturalmente talentoso en la historia del tenis.

Hoy, a los 66 años de edad, parece que el tiempo no pasa por su cuerpo y cada que puede saca un nuevo truco cuando todos piensan que su repertorio ya no da para más. Es en definitiva un campeón, no de torneos, pero si de un tenis que sólo él entiende y que ni los más grandes de la historia pueden imitar.

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