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17, marzo 2015 - 16:56

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cro-futi-atletico

POR DANIEL CHANONA
CORRESPONSAL

MADRID, España.- Fue un partido rancio, de los que se juegan con un par, al margen de finuras; con exceso de trastabillo y de futbol, por aquello del alargue. Un partido que recompensó al que se empeñó en buscarle a pico y pala. El solitario gol de Mario Suárez en tiempo regular abrió camino a los penaltis, donde el acierto de Fernando Torres facturó el boleto a los cuartos de final a nombre del Atlético de Madrid, que derrotó por marcador global de 4-3 al Bayer Leverkusen.

No son, ni mucho menos, los equipos más exquisitos en el juego colectivo. Ambos marchan en el cuarto sitio de sus ligas, ambos han sido subcampeones de la Champions, ambos tienen aficiones envidiables y ambos, también, doblegan en corazón y raza a cualquiera. Y justo porque se parecen tanto, el Atlético de Madrid y el Bayer Leverkusen confeccionaron, entre bufandas rojiblancas y papeles serpenteados, un primer tiempo pedregoso, que dejó un portero lesionado (Miguel Ángel Moyà), confetis sobre el césped y la ilusión intacta del avance capitalino.

El balón, si no tomaba respiros involuntarios a causa de empellones reiterados en el tercio medio de la cancha, vagaba por aire o en los botines del Atleti. Solidario, valiente, ambicioso. Evitó desesperarse. Los bávaros dibujaron en la retaguardia una alambrada, de esas puntiagudas, para entorpecer las intentonas del equipo madrileño, que probó desde la esquina, sin alivio, cuantas veces quiso. Pero se nutre de la dicha y de la suerte, se nutre hasta saciarse, hasta que rubrica el resultado.

Suárez, un centrocampista con fama de mejor zaguero que de artillero, redimió de la ofuscación a sus delanteros, aún con la pólvora humedecida. Al minuto 27, falto de gracia el Leverkusen en el rechace, y tras cobrar los vástagos del Manzanares una infracción a su favor, el “4” cholista propició el desplome emocional de la tribuna con un zapatazo desde el balcón del área grande. Mandó guardar la esférica en un recóndito lugar de la cabaña enemiga. El Atleti abrazaba una odisea.

Con la incorporación de Raúl García, el Atlético de Madrid fue más caballeroso con la pelota. Amagó con seducirla, con hacerla su cómplice como en antaño. García aportó equilibrio, Koke, volanteando por la diestra, aportó intuición. Mejoró tanto el equipo que Simeone dudó. Por eso ha salido avante, porque duda demasiado. Se ahorró el ingreso de Fernando Torres hasta el minuto 83, cuando Mario Mandzukic se quedó sin pulmones de tanto callejonear, de tanto ir y venir sin reparo; cuando a punto estuvo de tumbar la puerta por segunda vez en una noche, cuando la prórroga se colaba en el festejo.

Embustero, el tiempo complementario extinguió la llama ardiente; o quizás fue le viento. Al oído, sugirió los penaltis como colofón de un espectáculo insipiente. Los locales opusieron resistencia a tentadora oferta, pero cedieron, al fin y al cabo. Si no, pregúnteselo al “Niño”. Total, qué importan el desvelo y el frío cuando, después de todo, aún sueñan con Berlín.

ASÍ JUGARON

Atlético de Madrid: Moyà (Oblak 23’); Gámez, Juanfran, Miranda, Giménez; Mario Suárez, Koke, Griezmann, Arda Turan; Cani (Raúl García 46’) y Mandzukic (Torres 83’). DT.- Simeone.

Bayer Leverkusen: Leno; Spahić, Hilbert, Wendell, Toprak; Bender (Papadopoulos 103’), Hakan Çalhanoğlu, Castro, Bellarabi, Son Heung-Min (Rolfes 77’); y Drmić (Kiessling 69’). DT.- Schmidt.

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