28, junio 2022 - 6:00
TAMALES EN SB
HÉCTOR ALFONSO MORALES
Su camino hacia el Super Bowl implicó salir del infierno de la violencia intrafamiliar. Imelda Hartley aún recuerda su cuerpo ensangrentado, mientras su ex pareja continuaba amenazándola. Los golpes, gritos y vejaciones eran una constante en su vida hasta que decidió romper con ese círculo de codependencia emocional, psicológica y económica que sufría. Hoy, tiene un sendero de flores, de sonrisas y solidaridad con el Vince Lombardi en el horizonte.
“Es un milagro que yo esté viva. De verdad que soy un milagro, porque estuve a punto de morir”, recuerda con la voz quebrada, tras recordar aquellos 20 años de sufrir abusos.
Por fin en 2010, la mexicana oriunda de Guaymas pudo romper las cadenas que tenía con su violentador. Poner un alto definitivo a los golpes y los insultos que padeció, le permitió recuperarse y resurgir, al grado de fundar su empresa Imelda Happy Tamales que será proveedora de alimentos en el Super Bowl LVII.
Ahora, ella presume ser una sobreviviente a la violencia de género que pudo llegar al máximo juego de la NFL como una mujer de negocios y con ganas de hacer algo grande para proteger a otras víctimas.
ROMPER LA ESPIRAL VIOLENTA
Imelda creó su propia ruta a Phoenix, sede donde se disputará el título del futbol americano de Estados Unidos el próximo año. Primero, tuvo que darse cuenta de que estaba en una situación de violencia intrafamiliar, pedir ayuda, acudir a talleres y resquebrajar los vínculos que tenía con quienes la agredían física y verbalmente. Una vez fuera de ese torbellino de violencia, creó su empresa de tamales con la receta heredada por su abuela.
“Todas las mexicanas somos emprendedoras por naturaleza. Después de haber vivido más de 20 años de violencia intrafamiliar con varias parejas, Imelda Happy Tamales surge de la necesidad de solventar y proveer a mis hijos”, recuerda en entrevista con ESTO.
“Empecé vendiendo tortillas de harina con los vecinitos y durante Navidad hice mis tamales para la familia. Mis niños empiezan a tomar tamalitos y los vendían en clases. Entonces, me empiezan a llegar órdenes. No era mucho lo que ganaba, poquitos dólares, pero aprendí a entender el mercado”, asegura.
Para llegar al éxito de su negocio, Imelda tuvo que lograr su independencia económica, usar códigos de seguridad con sus hijos para huir definitivamente de su violenta pareja.
“Empiezo a ir a una organización que daba talleres de información sobre la violencia y empiezo a aprender cómo trabaja un ciclo de codependencia. Aprendí que ese círculo sólo podía romperlo yo y el daño que hace a la corteza del desarrollo cerebral de los niños vivir en un entorno así; fue impactante, como una cachetada, un balde de agua fría”, admite.
“Me dieron recursos, empiezo a practicar con mis hijos códigos: si yo decía ‘nieve’, era decir que estábamos en peligro. En un arranque (mi ex pareja), me quita el celular y me lo rompe, entonces una parte le pasa rozando a mi niño y entonces yo me dije que ‘hasta ahí’ y pedí a mis niños que fuéramos por una ‘nieve’. Y no volví”, afirma.
Una vez separada, Imelda recibió apoyo del consulado para aumentar sus ventas y cumplir con todos los requisitos que se pide en Estados Unidos para crear una compañía. Sin embargo, no es cualquier firma, sino una con el compromiso de ayudar a otras víctimas de violencia a tener un trabajo que las ayude a romper con sus violentadores. Hartley se ha convertido en un Ángel de la Guarda para las mujeres víctimas.
“Cuando rompes cualquier clase de codependencia, violencia intrafamiliar, puedes decir: ‘si yo pude, tú puedes’. Hubo una chica que trabajó conmigo, a esta chica la habían baleado en su pierna y su esposo se quitó la vida delante de ella y los niños. Aun muerto él, ella seguía con terror, autoestima muy baja, no se amaba a sí misma y yo pude decir que es hermosa, que ella podía”, explica.
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“Cuando vienen las muchachas conmigo, nos tenemos que decir algo positivo, porque somos hermosas únicas, pero tienes que creerte así. Para mí, es ser una inspiración para otras personas”, expresa.
TAMALES, EL SUEÑO DE 5 MDD
Ir al Super Bowl casi casi fue un destino irrenunciable para Imelda. Recuerda que el consulado, una organización caritativa y una amiga le mandaron el link para postularse como una de las proveedoras del gran juego. “Fue como una señal que debía ir por ahí y me postulé. Cuando resulté seleccionada, grité de alegría”, rememora.
¿Cuántos tamales planea vender para el SBLVII? Hartley asegura que serán cinco mil y podrá emplear a muchas mujeres para que le ayuden con una encomienda que -admite- aún le genera un poco de miedo.
Los recursos que obtenga le servirán para poder cumplir el sueño que tiene: una casa hogar con todas las medidas de seguridad para que vivan ahí quienes hayan sufrido violencia.
“Quiero mi cocina industrial, con vivienda y guardería, porque hoy tengo que pagar renta. Quiero una casa hogar con caseta, vidrios blindados, murallas altas con cables eléctricos. Hay muchos locos que les dices que ya no quieres nada y no lo hacen, porque ya no tienen con quién ejercer ese control. Puede ser muy alarmante, porque si las vuelven a ver, (los violentos) las terminan asesinando. Es mi sueño, lo pienso a cinco o siete años, con unos cinco millones de dólares, lo puedo lograr”, anhela.
También espera que alguna persona con recursos conozca su historia y la pueda ayudar a cumplir la ilusión de la casa hogar.
“El hecho de dar a conocer lo que hago…no sé a quién le pueda tocar el corazón, que conecte con la historia porque quizás también vivió violencia intrafamiliar. Si no lo he hecho (el albergue) es por mi falta de fondos. Yo rento y si tuviera acceso a mi propia cocina y exportar tamales a Dubai, apoyaría a otras mujeres a que cocinen galletas o alguna otra cosa que las ayude a liberarse de la violencia”, concluye.
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