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20, marzo 2015 - 12:52

┃ ESTO

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POR HÉCTOR REYES / FOTOS: ÓSCAR RAMÍREZ

EL expedicionario Abraham Levy concluyó que la aventura de atravesar el océano Atlántico a remo y en solitario es la confirmación de lo que la voluntad humana es capaz de lograr, más allá de la inspiración, sueños y momentos, durante su visita al periódico ESTO, anoche para relatar los momentos cumbres de la existencia humana a través de su experiencia que le permitió navegar más de 10 mil kilómetros, en cinco meses del Puerto de Palos, en España, a Cancún, Quintana Roo.
La aventura que aún disfruta a través de sus vivencias hizo que el tiempo transcurriera en el embeleso de sus experiencias, desde que estuvo a punto de ser arrollado por un barco mercante, la tormenta que duró seis días encapsulado y listo para abandonar “Cascarita” si era inevitable, repasaba en su mente todo lo que tendría que hacer si naufragaba, como rescatar el equipo de supervivencia, soltar la lancha inflable, la desalinizadora, si era necesario.
La inmensidad del mar y el cielo en las noches plutónicas le permitieron sensibilizar los sentidos de supervivencia, mientras los cantos de ballenas y delfines solían acompañarlo en su navegación orientada por un equipo en Estados Unidos y México que estaban al pendiente de su travesía. Todo era distinto, la monotonía no era sinónimo de aburrimiento sino de conocerse a sí mismo e integrarse a la naturaleza.
“Y lo que la perseverancia y una buena actitud encaminada a conseguir las cosas que te propusiste son capaces de lograr, la frase de mi abuelo que me gusta mucho: tienes todo lo que puedes querer, la grandiosa fuerza de ti mismo y todos la tenemos, sólo que es cosa si deseamos usarla”, señaló Abraham, quien ha recorrido 22 mil kilómetros, primero en las playas de México y esta vez inspirado por las novelas contadas por su madre e inspiración de sus profesores lo impulsaron a navegar en solitario.
“De muchos, el primero en hacer un cruce oceánico fue John Fairfax en el año 69, una ruta de cinco mil kilómetros, más o menos la mitad de la ruta que me planteé y la ruta que yo hice, nunca jamás se había hecho desde España hasta México, que es mucho más que un océano, porque es el Atlántico y el mar Caribe”, precisa la relevancia histórica que también tuvo como antecedentes Thor Heyerdhal, Magallanes, Joshua Slocum, sinfín de exploradores y de aventureros que han hecho cosas fantásticas.
“El ser humano está diseñado para hacer muchísimas más cosas de las que creemos, está hecho para llevar su alma y convertirla en luz y ser feliz y hacer realidad las cosas con las que ha soñado. Este mundo cabe para hacer eso, siempre y cuando tu objetivo sea noble, que sea sin molestar a nadie más, para mí eso es vital, todos cabemos aquí. La naturaleza se ha estado acomodando durante millones de años para vivir en armonía y siempre hay espacio para cumplir nuestros sueños”, reflexionó el joven Levy, quien se dedicaba a vender teléfonos celulares de puerta en puerta hasta que se sacudió la inamovilidad.
Tocó mil puertas, se abrieron y cerraron; pero siempre hubo alguien que creyó en su proyecto y hoy son parte de su historia.
“Es parte de mí y yo parte de ella, la naturaleza y los seres humanos son lo mismo, todos somos naturaleza, así que estar con la naturaleza, entenderte con ella, es entenderte contigo mismo, cuidar a la naturaleza es cuidarte a ti mismo, somos inseparables”, lo que hay que comprender y su esfuerzo se verá recompensado con donativos para la preservación del arrecife Mesoamericano.
Abraham Levy recuerda las lecturas maternas que le inspiraban y la aventura comenzó arriba de un árbol donde construyó una red y hacía la tarea. Cuando lo llamaban a comer se bajaba en una tirolesa construida con el apoyo de su abuela. Luego su abuelo en el jardín también le leía historias y luego se iba a trabajar, un hombre muy sensible que siempre le gustó el contacto con la naturaleza, “de eso se trata la vida de saber apreciar las cosas que nos rodean, son magia, estamos rodeados de magia siempre y cuando la queramos ver”, finalizó.