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25, marzo 2015 - 11:20

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POR HÉCTOR REYES
FOTOS: ALBERTO MONTALVO

COMO auxiliar del entrenador Juan Hernández y responsable de la atención del equipo femenil que calificó a tres de las cuatro atletas a la Copa Panamericana de Caminata, en Arica, Chile, en mayo próximo, a Graciela Mendoza, Chelita, como le dicen sus alumnas, la distingue la humildad de su alma y un mapa trazado por el corazón tan inmenso como su propia vida.
“Como asistente he aprendido mucho, hago lo que me ordena el entrenador y me he sentido mejor, porque los atletas me han escuchado y ellos se sienten muy contentos conmigo. Ellas asimilan mis consejos y experiencia que tengo”, manifestó la entrenadora originaria de Michoacán que tiene bajo su responsabilidad a Guadalupe González, Alejandra Ortega y Lizbeth Silva, entre otras.
Para hablar de Mendoza Barrios, desmiente de manera rotunda que alguna vez vendió quesadillas en un tianguis embaucada por un reportero de televisión, su vida ha sido de y para la caminata. La avalan 25 años de carrera ininterrumpida con la participación en tres Juegos Olímpicos y convencida por su entrenador, Juan Hernández, el decano de la marcha mexicana, de regresar al mundo que ella conoció desde hace dos años.
Chela reconoce que ha mediado en conflictos entre las integrantes del equipo y ha tratado de que no se peleen,  aprendan a ganar o perder y ser realistas, “ellas me han escuchado y estoy contenta, porque los resultados respaldan mi trabajo”. Sin embargo, la Federación Mexicana de Asociaciones de Atletismo no le ha pagado el sueldo como auxiliar de este año y para colmo sufrirá un decremento de 10 mil a ocho mil pesos mensuales.
El dinero, insiste, no le importa, nunca ha sido lo trascendente en su vida, ama el trabajo y poco a poco desarrolló sus propios atletas en categorías infantiles y juveniles, de los cuales dos, en dos años de trabajo, están listas para debutar en la Olimpiada Nacional: Sara Mayte Martínez y Andrea Abigail Flores.
Guadalupe González, ganadora de los 20 kilómetros en Chihuahua, se adueñó de la marca mexicana que tuvo una vigencia de 15 años, en poder de su mentora, Chelita Mendoza: “Ella llegó con mucha potencia, mucha hambre de triunfo, sólo con nociones de caminata, pero le faltaban muchas cosas y ahora espero que gane una medalla en Juegos Panamericanos, porque la verdad ya es hora”, reiteró la  tricampeona de los Juegos Panamericanos.
“Yo llegué también con hambre de triunfo, también y a pesar de mi estatura llegué muy brava para la competencia, fue cuando animé a las demás chicas que empezaron a crecer”, recordó Graciela, cuya experiencia la avala como entrenadora desde que tuvo a sus primeras niñas, en las desaparecidas escuelas del ISSSTE, y ahora con un renovado deseo de trascender, porque afirma que no es fácil el trabajo técnico.
Sara habló de su profesora: “Graciela tiene mucha experiencia, es una maestra que sabe lo que quiere y sabe cuando hay talento. Yo siempre me acuerdo de ella porque siempre me dice que hay que acabar con coraje y con todo lo que pueda, tronarse hasta el final, y es una persona con mucha experiencia”, señaló la atleta de 16 años, orgullosa de haber participado ya en un Campeonato Nacional y sobre todo tener la respuesta favorable de sus padres. El tiempo invertido, reiteró, “vale la pena, porque los profesores han cumplido su promesa de que saldría adelante”.
Ahora viene el verdadero reto para Guadalupe, Alejandra Ortega y Lizbeth Silva, en  la Copa Panamericana, Juegos Panamericanos y Campeonato Mundial de Beijing, las tres de mayo a agosto y el destino final en Río 2016, donde Chela espera conquistar lo que a ella se le negó siempre, la gloria de una medalla olímpica.

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