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8, abril 2015 - 23:35

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POR A.G. GONZÁLEZ
FOTOS: JUAN RAMOS

NI media hora había pasado y el América ya tenía resuelto el pase a la final de una Concachampions en la que supo reponerse de su peor versión. Goleada y paseo al irrespetuoso Herediano que nunca llegó al estadio Azteca. La noche de Darío Benedetto y la reconciliación de este equipo con su afición dentro del torneo de la zona en la que vuelve a tomar protagonismo.

Las Águilas cumplieron con lo dicho y salieron a comerse a un rival ratonero, que cedió toda la iniciativa al cuadro mexicano y se apanicó ante el escenario que se les mostró todo en contra desde la mismísima llegada a la capital del país. Fue un desgaste físico que pocas veces les había dado tan buenos resultados y en tan poco tiempo de haber iniciado un juego. Total que a Gustavo Matosas -quien fue con lo mejor que tenía a la cancha- le salió todo y no hubo, entonces, momento alguno para reproches.

El mejor partido de Darwin Quintero en lo que va de su estadía con el equipo americanista, al que ya le debía una actuación como la de anoche, con un futbol dinámico, abierto y contundente, ya fuera para el servicio o sobre el marco. De los demás del equipo lo menos que se podía esperar: correr sin parar y mantener la concentración a tope para evitar un error que pudiera darle confianza al cuadro tico.

El colombiano abrió el marcador a los tres minutos de iniciado el juego tras disparo de Benedetto que soltó el arquero visitante. Quintero corrió hacia el balón como si nunca antes hubiera metido un gol y lo disfrutó tanto, que contagió de manera inmediata a todos sus compañeros y por supuesto a la tribuna que a partir de ese momento se comenzó a saborear la goleada que vino minutos después.

Los visitantes estuvieron cerca de aprovechar dos yerros iniciales de los azulcrema, aunque al final bien resueltos por Hugo González, uno, y otro de la defensa. Fuera de eso, nada que se acercara a una de peligro por parte de un Herediano pasmado, sin ningún esbozo de respuesta ante la ola amarilla que le vino encima una y otra vez.

Luego vino el concierto de Darío en una noche mágica para el atacante que le ha comido el mandado a Oribe Peralta en aquello de pesar en el área rival. Parecía que el argentino se había multiplicado porque andaba por todos lados. Los movimientos sin balón, lo colocaron al borde del gol y él se despachó una y otra vez hasta que no podía gritar más gol.

El primero fue un golazo de fuera del área (8′), el resto el trabajo de un delantero que siempre está atento al servicio del compañero. Así vinieron otros tres (19′, 25′ y 32′) del nuevo consentido de la afición azulcrema que ayer se le rindió hasta cuando falló un servicio. Nada que reprocharle al tipo, que además arriesgó el físico cuando tuvo que hacerlo y chocó, incomodó y se sacrificó cuando tuvo que hacerlo.

Por la visita, la vergüenza se hizo más grande con la expulsión de Edder Nelson a los 27 minutos. Ya de por sí el partido estaba de lado de los mexicanos y la tontería de este hombre terminó de hundir. No hubo más para los ticos con todo y como era de esperarse, el América bajó la intensidad para el segundo tiempo, en el que el Herediano volvió a tener alguna oportunidad sin que fuera de real peligro.

Las Águilas se lo jugaron al contragolpe sin tampoco volver a hacer daño a un rival desesperado, nada qué ver con el que les venció en Costa Rica. Llegaron, incluso, al pelotazo de un área a otra sin nada de futbol y con jugadas rotas al por mayor. Ya hacia los últimos minutos, los azulcrema volvieron a poner el balón en el césped y al 85′, una descolgada bien organizada acabó en el sexto gol del América por conducto del joven Alex Díaz quien había entrado de cambio.

Golpe de autoridad de parte del América y golpe de credibilidad por parte de Gustavo Matosas, quien se sacudió un posible fracaso para meterse a la final de la Concachampions y tomar el vuelo que había perdido para lo que viene en la liga. El América se enfrentará al Impact de Montreal por el título de la zona y el boleto al Mundial de Clubes, primer objetivo trazado para esta nueva era de un equipo que se reinventó para darle la vuelta a un marcador adverso, pero sobre todo, para volver a engancharse con una afición a la que comenzaba a llevarles la duda y ahora disfrutarán de otra final, en la Concacaf.