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Mira

11, abril 2015 - 15:28

┃ María Vega

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Por José Ángel Rueda/ESTO en Línea
Las apariencias engañan, el futbol lo sabe bien. Lo que, después de media hora, parecía ser un partido encarrilado para el Barcelona, terminó siendo un encuentro parejo en manos de un Sevilla que siempre lucha hasta que encuentra. Los locales se valieron de su gente para empatar un juego que perdían por dos goles, pero que en cuerpo y mente, pocas veces se sintieron derrotados.

Si el Barcelona ve un resumen de la primera media hora de partido deberá sentirse extrañado. Tanto futbol en pocos minutos no se puede desperdiciar en lo que resta del tiempo. Messi, en esa función que inventa para encontrar el balón, sirvió de bujía para guiar el juego. Intensidad, precisión y movimiento, el sello del equipo catalán para sentenciar trámites complicados como los del Pizjuan.

El Sevilla tardó en comprender que algo estaba haciendo mal. Messi, previo al gol, avisó dos veces, con disparos que terminaban con urgencia en los hombres de Emery. El problema, lo sabía el técnico, no radicaba en que su defensa tapara el balón o no, sino en los espacios que el argentino encontraba para siquiera intentarlo.

El gol cayó como un ensayo de años. Neymar tomó el baló por su banda izquierda y en diagonal encontró a Lionel, que controló y disparó de zurda al poste más lejano, valiéndose del efecto para esquivar al arquero.
Minutos más tarde, con el partido controlado, el Barcelona tocaba con comodidad, no había rastro de un Sevilla perdido entre rombos imaginarios. Muy cerca del área, casi adentro, cabe decirlo, la defensa derribó a Neymar y dejó un tiro libre que segundos después sería aprovechado por el brasileño, colocando el balón lejos del arquero.

Tantas cosas podrían pasar por la imaginación menos una respuesta del Sevilla. Pero el futbol es así, caprichoso, poco entiende de justicias. Banega, perdido hasta entonces, disparó de larga distancia y encontró la duda de Bravo para recortar distancias. Y entonces llegó el miedo. Los de Luis Enrique no supieron amortiguar el golpe y comenzó la caída. El Sevilla despertó del letargo y no había duda, la cosa no terminaría así.

Ya entrado el segundo tiempo sucedió lo inevitable. El Barcelona nunca se sintió cómodo, dejó de atacar, aunque no por eso se puede decir que estuvo lejos del gol, Suárez, en varias ocasiones, pudo sentenciar un encuentro de fuego, pero el uruguayo no anduvo fino y los errores se pagan.

Algo de eso deberá pensar Piqué, tras un encuentro perfecto y a pocos, muy pocos minutos del final, llegó un error en la salida. El defensa quiso tocar al medio campo pero entregó el balón a Reyes. La “Perla” tomó el error como pretexto para inventarse una de esas joyas que acostumbra y, tras una gran jugada, clarificó el panorama. Gameiro cerró la contra y mandó el balón al fondo.

Tras el empate sevillista pocas cosas pasaron en el campo. Más bien fue arriba, en la cima de la Liga, donde el Barcelona ha dejado escapar dos puntos de ventaja sobre el Real Madrid. El ciclo de partidos clave para los de Luis Enrique ya dejó las primeras heridas. Y a pesar de que la Liga aún está en sus manos, la clasificación quema, y no siempre el fuego es fácil soportar.

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