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17, abril 2015 - 11:04

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Notimex

Colombia y el mundo ya dejaron de llorar la partida de Gabriel García Márquez, quien hizo soñar a sus lectores con su mundo macondiano lleno de mariposas amarillas, y a un año de su muerte, se recuerda con sus obras, objetos personales y aportes al periodismo.

Uno de esos aportes fueron los apuntes que hizo en cada una de las páginas de los libros que leía de diversos autores, y ahora se convierten en una obra en sí misma llena de reflexiones, válidas para re-leerlas en el primer aniversario de la partida del escritor más importante de las literatura universal, después de Miguel de Cervantes Saavedra.

Un trabajo que hizo el ministerio de Cultura de Colombia, después de la muerte en ciudad de México, del creador de “Cien años de soledad”, tiene vigencia hoy y siempre como parte del legado de la obra de García Márquez, a quien el mundo le rinde tributo este 17 de abril.

Cuando el autor de “El coronel no tiene quien le escriba” mantenía una gran amistad con el Nobel Mario Vargas Llosa, hizo este apunte en 1966: “En realidad lo único nuevo que hay en la novela latinoamericana es mi muy querido amigo Mario Vargas Llosa, porque siento una admiración desmedida”.

“A los 30 años, Vargas Llosa tiene publicadas dos obras maestras y todavía tiene carga para buen rato. Es un caso desconcertante porque produce la impresión de que nació sabiendo escribir”.

En 1972 escribió: “Creo que la mejor novela que se ha escrito es ‘La guerra y la paz’” del ruso León Tolstói.

En 1968 se le preguntó: ¿Qué opinas de Miguel Ángel Asturias (Guatemala)?, y respondió: “que es la región más bella de España” y en 1979 también reflexionó sobre la obra del escritor argentino, Jorge Francisco Isidoro Luis Borges.

“Si un escritor es bueno, no es reaccionario, Borges era un reaccionario como hombre, pero como escritor está jodido porque la propia grandeza de su obra contribuye al progreso de la humanidad”, dijo.

Frente a “Don Quijote de la Mancha”, de Miguel de Cervantes Saavedra, hizo este apunte en 1972: “otra sería la suerte de la humanidad, si todo el mundo supiera que El quijote o Gargantua, por ejemplo, no son esos aparatos sagrados de que hablan los pontífices, sino que son dos libracos muy divertidos con los que todo el mundo puede morirse de risa sin necesidad de saber latín”.

En 1972 Gabo escribió sobre Ernest Miller Hemingway: “En uno de sus cuentos de toreros, Hemingway describe un toro que enviste al capote, para de largo y luego se vuelve como un gato doblando la esquina. Parece una tontería, pero esa sola frase de Hemingway me dio una óptica nueva para observar el mundo”.

“Ya conté alguna vez, que fue Álvaro Mutis quien me llevó mi primer ejemplar de Pedro Páramo y me dijo: “Ahí tiene para que aprenda”.

Nunca se imaginó en la que se había metido, pues con la lectura de Juan Rulfo aprendí no solo a escribir de otro modo sino a tener siempre listo un cuento distinto para no contar el que estoy escribiendo” (1973).

En 1978 apuntó: “Pedro Páramo es para mí sino la mejor, sino la más larga, sino la más importante, si la más bella de las novelas que se han escrito jamás en lengua castellana”.

En 1978, García Márquez escribió sobre el Diario de Cristóbal Colón: ”La primera obra de la literatura mágica es el diario de Cristóbal Colón. Y ya estaba tan contaminada de la magia Caribe que la propia historia es inverosímil”.

Y 13 años después agregó: “Con Pedro Páramo hay una cosa especial porque no fue solo lo que me gustó, sino que tuve una identificación tan inmediata y tan profunda con el libro, que lo que me produjo fue por primera vez, una enorme envida, porque cuando lo leí dije: este es el libro que hubiera querido escribir”.

Sobre Pablo Neruda, escribió en 1982: “Pablo Neruda desde luego, a quien considero como el más grande poeta del siglo XX en todos los idiomas. Neruda era una especie de rey midas, todo lo que tocada lo convertía en poesía”.

“Mi último suspiro” de Luis Buñuel, la magnífica autobiografía de Luis Buñuel, que acaba de publicarse, empieza con un capítulo deslumbrante, sobre la facultad humana que más nos condiciona e inquieta: la memoria” (1982).

Otro de los escritores de cabecera de Gabo, fue el estadunidense William Faulkner y de su obra dijo en 1982: “Por eso he dicho que mi problema no fue imitar a Faulkner, sino destruirlo. Su influencia me tenía jodido”.

De la obra “La piel” de Curzio Malaparte, el creador de Macondo afirmó en 1983: “Cuando lo estaba leyendo por primer vez en una sórdida pensión de estudiantes de Bogotá, tuve en mitad de camino la ráfaga de pavor de no querer morirme antes de saber cómo terminaba”.

“Yo había leído ‘Bestiario’ (Julio Cortazar), su primer libro de cuentos en un hotel de lance de Barranquilla, en donde dormía por un peso y cincuenta centavos, entre peloteros mal pagados y putas felices y desde la primera página me di cuenta que aquel era un escritor como el que yo hubiera querido ser cuando fuera grande” (1984).

En otro apunte por la misma época se refirió a Sigmund Freud: “Una aventura pavorosa se la debo a las obras completas de Freud que habían llegado a la biblioteca. No entendía nada de sus análisis escabrosos, desde luego, pero sus casos clínicos me llevaban en vilo hasta el final como las fantasías de Julio Verne”.

El legado de Gabo está presente este 17 de abril en todas las ediciones de los principales diarios del mundo, en cada rincón de Colombia hay un libro del Nobel de Literatura.

García Márquez, como dijera monseñor Rubén Salazar, jerarca de la iglesia católica colombiana, fue un “máximo maestro de las letras”, un hombre de amistad, que promovió sentimientos de amor, de familia y de honradez, un escritor que “creó un mundo mágico, pero a la vez el más real de todos los mundos (…) Nos abrió el camino de la humanidad para construir la paz”.

Hoy en Colombia no se escucha el Réquiem en re menor, de Wolfgang Amadeus Mozart, hoy el escritor está presente en el imaginario de su gente con sus mariposas amarillas, el símbolo de Macondo, su Macondo, nuestro Macondo.

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