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Mira

18, abril 2015 - 11:49

┃ María Vega

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POR JOSÉ ÁNGEL RUEDA
ESTO en línea

Tres puntos y un partido menos. Poco Más. El Barcelona, más con sufrimiento que con buen futbol, sacó una victoria de fuego ante un Valencia que el primer tiempo rozó la genialidad. Pero el futbol es así, las piernas se acaban y el ímpetu no puede solo. Un gol de Suárez al minuto 1 y otro de Messi al 93, no hicieron más que confirmar que a los de Luis Enrique, les sobraron 90 minutos de partido.

Pocos arranques de los blaugranas son tan demoledores. Apenas comenzado en el encuentro, con tres toques, Suárez se encontró en posición de gol y con un tiro cruzado venció al arquero. Habrá que hacerse una de esas preguntas que pocas veces tienen respuesta. ¿Fue el gol del Barcelona lo que propició la reacción del Valencia?, no se sabe bien, lo cierto es que apenas encajado el tanto, los visitantes se adueñaron el esférico y evidenciaron al conjunto culé como pocas veces se ha visto en los últimos tiempos.

La fórmula utilizada por Nuno fue muy similar a la que el “Cholo” Simeone plateó en aquella eliminatoria de Champions de la temporada pasada. Intensidad y presión alta. Toques verticales que la zaga azulgrana pocas veces, por no decir nunca, logra descifrar del todo. El dividendo del esfuerzo no tardó en hacerse presente, después de llegadas en ráfaga, Piqué cometió una falta dentro del área y el silbante señaló la pena máxima. Parejo se paró frente al paredón, sin embargo, Bravo contuvo la bala. Primera falla grande.

La fortuna es hipócrita, primero te da y después te quita, pensará el Valencia. En uno de esos tratados de la suerte que alguien, algún día deberá escribir, podría ejemplificar lo que fue el conjunto “Ché” en el Camp Nou. Habrá que aclarar primero que la suerte no es casualidad, esa se busca. Y así lo demostró en cada jugada, en cada balón dividido que, sin excepción, terminaba en sus pies, para luego, por una u otra razón mandar el balón al poste o tirarla afuera por muy poco. Una y otra vez, porque el dominio visitante llegó a ser constante y, por momentos, majestuoso.

El Barcelona terminó el primer tiempo con la plena certeza de que hoy en día, con todo y contra todo, existen los milagros. Irse arriba en el marcador era un premio demasiado grande para los culés. Para el Valencia, evidentemente, una completa desgracia.

Luis Enrique corrigió en el descanso un error imperdonable. En la fatídica primera mitad, intentó cerrar espacios colocando a Busquets y a Mascherano en medio campo. Muy caro pagó el renunciar a su estilo. La pelota se cuida por quienes la saben tocar, no destruyendo. Para la segunda parte, dio entrada a Rakitic y ahí, el conjunto culé siempre gana. El dominio de Valencia estuvo lejos de ser lo que era y, pese a que las oportunidades no dejaron de llegar, el Barcelona controló, en cierta medida el encuentro.

Pero ya se sabe, esta nueva versión blaugrana suele jugar al límite. Entre la gloria y la tragedia hay sólo un paso. El Barcelona es capaz de generar una jugada magistral, para luego sufrir como nadie en la contra. Así trascurrieron los minutos restantes. Messi, quien vive del ritmo, no anduvo en su tarde, ganó pocos duelos individuales, sin embargo, eso no le impidió cerrar el partido en la última jugada, en un contragolpe fulminante que, tras fallar el mano a mano frente a Diego Alves, aprovechó el rebote y marcó su gol 400 con la camiseta blaugrana. El Barcelona superó un obstáculo más, uno grande esta vez, dentro de esta locura llamada Liga. Tres puntos más, un partido menos para los de Luis Enrique.

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