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Mira

19, abril 2015 - 20:43

┃ María Vega

nota-toros-rey

MADRID, Esp.- El peruano Andrés Roca Rey hizo historia hoy en Las Ventas al abrir la Puerta Grande en la tarde de su presentación en Madrid tras una gran actuación que le permitió cortar una oreja de cada novillo de su lote.
La historia de la plaza de Las Ventas tiene desde hoy a otro torero que pasará a sus anales por ser el primer peruano en abrir la Puerta Grande en la tarde de su debut: Andrés Roca Rey.
El joven limeño, de 19 años, ha conjugado durante toda su actuación valor, raza, corazón y muy buenas condiciones artísticas, que le han llevado a conquistar a los exigentes tendidos venteños, que desde aquel “portazo” de Conchi Ríos en 2011 no veían a un novillero salir en volandas por el umbral de la gloria que desemboca en la madrileña calle de Alcalá.
El triunfo empezó a fraguarse en la variedad con la que manejó el percal en su primero, al que inició faena con tres pendulazos sin enmendarse en el centro del platillo. Pero lo mejor, a parte de este incuestionable valor, fue el sentido del temple, el concepto tan fino que atesora y los terrenos que pisa, lo que hizo que firmara momentos de notable entidad sobre la diestra.
El novillo tuvo la emoción de la casta, lo que, lejos de amilanar al debutante, propició todo lo contrario, es decir, que sacara a relucir un aplomo, una seguridad y una suficiencia poco usuales en un torero tan nuevo, para acabar mandando y domeñando las exigentes embestidas del de La Ventana del Puerto, que llegó a lanzarle por los aires de forma muy aparatosa.
Prácticamente sin mirarse, volvió a la carga Roca Rey con más raza si cabe, plantando batalla a partir de coraje y mucho corazón. Un ramillete de ajustadas manoletinas fue perfecto corolario a una emocionante labor, premiada con una oreja de ley.
Redondeó el triunfo Roca Rey con el sobrero de José María López que hizo sexto, un novillo que se movió con buen aire, y al que cuajó una faena maciza y asentada, toreando ligado, despacio, por abajo y muy ajustado, tanto que llegó a sufrir otros dos volteretones de órdago, sobre todo el segundo, prendiéndole el utrero de muy feas formas por la entrepierna.
Pero como hiciera anteriormente, se levantó el hombre sin miramientos, y aunque ya se le veía visiblemente mermado, no le volvió la cara a la oportunidad de su vida, y siguió toreando con la misma quietud, la misma verdad y la misma entrega del principio.
La media estocada final fue suficiente para que los tendidos estallaran de contento en demanda del trofeo que le permitió salir a hombros, antes de regresar al interior de la plaza para pasar a la enfermería.
Cinco novillos de La Ventana del Puerto, muy bien presentados, hondos, serios y astifinos, de los que sobresalió el encastado tercero y el enclasado cuarto. Complicado por incierto, el primero; pegajoso y sin clase, el segundo; y sin fuerzas, el quinto. El sexto fue un sobrero de José María López, manejable. Tomás Angulo: estocada (ovación); y estocada caída (vuelta al ruedo). David de Miranda: estocada baja (ovación); y pinchazo y bajonazo (palmas). Andrés Roca Rey: estocada baja con derrame (oreja); y media atravesada (oreja tras aviso). La plaza tuvo casi un tercio de entrada en tarde soleada y agradable. (Foto: Mundotoro.com)