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Mira

4, julio 2014 - 16:58

┃ María Vega

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FORTALEZA.- Brasil, con todo y sus deficiencias que le acarrearon serios sustos en la recta final del encuentro, pasó a semifinales, donde enfrentará a Alemania, al derrotar ayer 2-1 a la mejor Colombia de la historia, que se le puso al tú por tú, y en algunos lapsos lo superó, en el estadio Castelao, en Fortaleza.

Hay fases definitorias en un Mundial de futbol en que una escuadra como la cafetalera puede jugar bien el balón, pasear a un grande como el equipo brasileño, incluso ponerlo contra las cuerdas, pero al faltarle asestar, el golpe que nivelara las acciones y llevara el encuentro a los tiempos extra, su buen accionar se puede ir al cesto, gracias al poderío de una playera como la brasileña.

James Rodríguez lució más que Neymar, es cierto. Al destacado jugador colombiano le alcanzó para fructificar una nueva marca al conseguir marcar su sexto gol en cinco partidos de la presente Copa, pero no fue suficiente. En un partido encarnizado en todos los sectores de la cancha, el del Mónaco y sus compañeros Juan Cuadrado y Teófilo Gutiérrez recibieron mucha candela de un cuadro brasileño que sobrevivió no sólo por la férrea defensa que colocó Felipe Scolari, sino también por las anotaciones de sus centrales, Thiago Silva y David Luiz.
El primer gol de los anfitriones llegó en pleno dominio Colombiano, en un tiro de esquina que cerró el capitán amazónico, que con la rodilla completó un tiro de esquina cobrado por Neymar, pero ayudado por la incipiente marca de Carlos Sánchez, que le dejó rematar solo.

La anotación fue un puyazo, y fue ahí que comenzó la fiesta cafetalera en el encuentro.

Los tres de arriba del equipo de José Pékerman: Gutiérrez, Cuadrado y Rodríguez, empezaron a tener mayor llegada, fueron catapultados por Armero, Guarín e Ibarbo, y por nada se hacen presentes en el marcador en el primer lapso.

El complemento inició con los objetivos bien trazados: El cuadro local en defensa, con el contragolpe como arma disponible, porque los de Peékerman los echó atrás, y el colombiano con el cuchillo entre los dientes para poder alcanzar el empate.

La media cancha se convirtió en un circo romano, por el gran número de faltas que se registraron y el juego se ensució en demasía. Sólo James Rodríguez, con su gran habilidad, y Cuadrado con la espada en la mano, pudieron poner a los brasileños contra las cuerdas, pero no terminaron por golpear en serio a los locales y David Luiz, con un disparo de media distancia al ángulo desinfló prácticamente sus aspiraciones.

Sin embargo, en la recta final vendría lo mejor, con un Colombia volcado al frente y un Brasil sin Neymar, gracias al rodillazo que le propinaron en la espalda.

Una falta en el área brasileña, salida de los botines de James, en gran pase a Baca, éste fue derribado y le puso sabor al caldo, en el Castelao. La concreción de James sólo fue el ingrediente final para que saliera a relucir la mejor versión ofensiva y de conjunto colombiano, y la peor de la defensiva brasileña. Al área de Julio César, amonestado en la jugada del penalti, llegaron centros de todo tipo, y Rodríguez impulsó a los suyos a tomar el Castelao por las bandas, pero el tiempo se escurrió entre los dedos y nuevamente ganó el histórico por sobre el guerrero.

Colombia se va a casa con el aplauso generalizado de un equipo comandado por James Rodríguez, que cayó con la frente en alto, que no quedó nada a deber; José Pékerman dejó en nueve los juegos invictos de no caer en un Mundial. Los brasileños siguen avanzando, sembrando más dudas que certezas y más sustos que alegrías, pero son Brasil, y ante Alemania, otro grande del plano internacional, seguro que seguirán a flor de piel.

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