CORTESÍA DE JESÚS TEPEPA
FOTOS CORTESÍA: OSWALDO FIGUEROA

SU nombre traducido al castellano significa: instrumento musical, caja de resonancia de metal o barras de bambú con diferentes longitudes… Eso quiere decir Kalimba; o sea, no es solamente un compositor, intérprete o músico. El señor es el arte sonoro en sí mismo.
La novedad con el siempre risueño cantante es el lanzamiento de su nuevo disco llamado “Cena para desayunar”, interesante juego de palabras.
“Pase lo que pase con este álbum, quiero que se disfrute porque se ha hecho de manera muy real, si de repente se antojó hacer algo de reggae, pues se le puso ese toque, quizá no totalmente pero sí de manera honesta”.
Más allá de eso, recuerda instantes absolutamente oscuros en el devenir de su vida.
“A quienes me han apoyado les estoy eternamente agradecido porque siguen a mi lado, la canción ‘Nada puede herirte’ trata precisamente de eso, ahora sé que estoy más fuerte y nada ni nadie me puede dañar”.
Kalimba está actuando como juez en un popular programa de baile de TV Azteca, mostrando a través de las palabras la pasión por la plástica dancística.
“Ha sido emocionante y también divertido, cuando hablo les pido con todo cariño y respeto que se entreguen porque no califico técnicas ni nada por el estilo, para eso está la maestra Pulido; creo que si se paran en el escenario deben soltar sus miedos y sobre todo entretener”.
La existencia de todo ser humano se va coloreando de diversos matices.
“Alguna canción con la que me identifique más… mmmhhh… es por etapas, según cada experiencia; hay varias que han tenido su momento, espero madurar para seguir reflejándome en esas canciones”.
Durante años prácticamente se ha lapidado a determinado tipo de intérpretes etiquetándoles como prefabricados.
“En todo hay estigmas, se dice que los rockeros son un desastre, poperos superficiales, reggaetoneros lujuriosos –bueno, no sé–; pero sí es responsabilidad de cada artista entregar calidad a la gente y hacer de esta industria una industria de arte”.
La mirada se transparenta aunque se encuentre tras unos cristales oscuros pues deja ver su sentir.
“Me interesa llevar un mensaje más profundo no solamente presentar a un personaje sobre el escenario, he entendido que se debe amar mucho a Dios”.
Un instrumento musical transformado en ser humano, Kalimba camina con la luz de su corazón. Y festejará sus primeros 10 años de solitas el próximo 18 de junio con un gran concierto en el Pepsi Center.