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13, mayo 2015 - 20:44

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MADRID, España (Agencias).- Álvaro Morata regresó con la Juventus a la que fue su casa durante varios años: el estadio Santiago Bernabéu, donde vivió una noche de sentimientos encontrados y que terminó con un gol suyo, para sellar el pase del conjunto italiano a la final de la Champions League.

Después de vivir el sueño de la Décima durante la temporada pasada con el Real Madrid, Morata tuvo claro que si quería crecer como futbolista y ser importante en un equipo, tenía que hacer las maletas, ante la feroz competencia con Cristiano Ronaldo, Gareth Bale y Karim Benzema.

Quizá con esa espinita clavada, Morata afrontó la cita en el Santiago Bernabéu como una oportunidad para reivindicarse como un jugador apto para el conjunto merengue.

Durante el partido, a Morata se le vio voluntarioso, aunque el marcaje al que fue sometido le hizo pasar casi desapercibido durante los primeros 45 minutos.

En la segunda, un destello de calidad al rematar magistralmente, permitió a su equipo igualar la contienda. Al igual que en la ida, su sentimiento madridista forjado desde niño pesó sobre su felicidad y no quiso celebrar el gol.

Al minuto 83, Morata fue remplazado por Fernando Llorente y los aficionados madridistas, quienes cinco minutos antes habían tributado una cálida ovación a Andrea Pirlo, silbó en la despedida al que fue su delantero la temporada pasada.

Álvaro es, desde hoy, un héroe en la historia de la Juventus, pero vivió la paradoja del jugador que regresa a casa para convertirse en verdugo.

“Me hubiera gustado hacerlo ante otro equipo”, expresó Morata, quien se resigno al valorar que la vida es así.

“No celebré por respeto, ni lo haría si le anotará mil veces más. Es una sensación rara y agridulce”, agregó el delantero.

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