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13, mayo 2015 - 21:45

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MADRID, España (DPA).- El mundo respiraba un Real Madrid-Barcelona, quizá hasta un Bayern Múnich-Real Madrid, pero pocos fuera de Turín esperaban que la Juventus jugara ante el Barcelona la final de la Champions League, en Berlín 2015.

Nadie lo decía claramente, pero todos querían a la Juventus como rival en las semifinales antes del sorteo de la ronda de los cuatro últimos. Parecía el rival más débil, pero en el futbol no hay nada escrito.

Barcelona y Juventus son dos clubes con una gran historia, pero el momento presente hace pensar en un duelo desigual, en un David contra Goliat en el estadio olímpico berlinés el 6 de junio.

Los dos equipos siguen optando al triplete en este final de temporada, pero el equipo dirigido por Luis Enrique parece llegar al partido tocado por una varita mágica.

Liderado por un Lionel Messi pletórico, el Barcelona avanzó casi como una apisonadora a lo largo de la competición y el martes perdió 3-2 en la vuelta de las semifinales ante el Bayern Múnich únicamente por relajación.

El 2-1 con el que ganaba al descanso y el 3-0 que había logrado en la ida ante el equipo dirigido por su antiguo gurú, Josep Guardiola, eran ya insuperables para los bávaros.

La Juventus sufrió mucho más para volver a una final de Champions por primera vez desde 2003, cuando cayó en penales ante el Milán. En la fase de grupos fue segundo por detrás del Atlético de Madrid, y las eliminatorias fue pasándolas con apuros.

Los tiempos han cambiados desde aquella final de hace 12 años, cuando el futbol italiano dominaba la escena europea. Un año antes, se habían visto las caras en los cuartos de final, con victoria final para los italianos, después de ganar 2-1 en el Camp Nou, tras el 1-1 en la ida en Turín.

En la última década, el futbol italiano bajó varios peldaños, arrastrado por las deudas, la violencia y los escándalos de manipulación. El Inter de Milán ganó el título en 2010, pero entretanto la Serie A perdió una plaza en la máxima competición en favor de Alemania por el coeficiente UEFA.

Juve jugará su octava final de la Copa de Europa, pero sólo suma dos títulos. El Barcelona lleva disputadas también siete finales, pero por el contrario, ganó cuatro títulos. En los últimos 12 años, además, ganó tres de sus cuatro trofeos.

Ningún equipo ha marcado la última década como el Barcelona. En 2006 logró su segunda Copa con un grupo liderado por Ronaldinho y dirigido por Frank Rijkaard, en el que ya empezaba a despuntar Messi.

Después, el argentino lideró una revolución a la que le dio forma Guardiola, que no sólo condujo a los azulgranas a los títulos de 2009 y 2011, sino que lo hizo con un fútbol para el recuerdo.

Barcelona llega a Berlín con Messi de nuevo en su mejor versión, pero ahora acompañado en la delantera por otros dos astros, el brasileño Neymar y el uruguayo Luis Suárez, un tridente que asusta a cualquiera.

Juve necesitará apelar a su gen competitivo, a ese espíritu de lucha encarnado en jugadores como Carlos Tévez y Arturo Vidal, para responder a las acometidas de un Barcelona que llega con 28 goles al último partido, por los 16 de los italianos. Eso sí, Gianluigi Buffon, icono bianconero, sólo recibió siete tantos en todo el campeonato.