POR ALMA ROSA CAMACHO

MICHAEL Douglas (el villano “John”) y Jeremy Irvine (la víctima “Ben”) son los protagonistas del filme de drama, aventura y acción “La persecución”, en la cual se aprecia a un señor acaudalado que contrata a un rastreador de animales que en este caso van por un cimarrón.
Esta cinta, a estrenarse en México el 5 de junio con poco más de 250 copias, se visualiza en la zona más desértica de suelo norteamericano, donde el empleador y el empleado emprenden la aventura, cuando “Ben” está dolido porque su novia Laina se fue a estudiar a Denver y además está en el equipo de natación. Y él, por preservar el trabajo de la familia, se quedó para cazar animales que es permitido por las autoridades.
Realmente “John” es un hombre sin escrúpulos, corrupto y que siempre se sale con la suya, y sin saber “Ben” que había comprado al “alguacil” de la comarca con cuantiosa cantidad monetaria, él siguió a “John” con la autorización de la ley.
Todo iba bien hasta que “Ben” le dice a “John” que le enseñe el permiso para cazar el cimarrón. Y lo primero que hizo el acaudalado personaje fue sacar un fajo de billetes para comprar su silencio.
Y como “John” es tan atrabancado cree mirar al animal en lo alto de una montaña y sin embargo era el viejo “Charlie”, un hombre conocido por “Ben”, al que le dispara “John” y lo mata con un rifle australiano de lo más sofisticado.
Desde ahí empezó la cruz de “Ben”, de ser un cazador resultó ser la víctima de “John”, pues lo amenazó para que no dijera que él mato a “Charlie”, aunado a que si iba con las autoridades, iba a declarar en su contra, porque a “Charlie” le dio un tiro con la escopeta de “Ben”.
Hizo “John” que se quitara la ropa y zapatos, para dejarlo solo en calzoncillos y que caminara kilómetros y kilómetros a plena luz del día a fin de que el inclemente sol lo quemara y matara.
En verdad “La persecución” es una trama que te impactará cuando el hombre fuerte y poderoso con dinero y tecnología dice estar por encima del inocente y víctima como “Ben”, quien posee juventud y sin la experiencia para dejar inconsciente a su victimario.