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14, mayo 2015 - 9:12

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POR ALEXIS GRIVAS / ENVIADO ESPECIAL DE OEM

CANNES, Francia.- Algo inusitado sucedió este año en Cannes respecto a la película de inauguración, con la que se levantó ayer el telón del festival, “La cabeza en alto”, de la francesa Emmanuelle Bercot.
Aparte de ser un filme dirigido por mujer, tal y como lo anotábamos en nuestra nota anterior, el director artístico Thierry Fremaux optó por una cinta que se podría caracterizar a raíz de su temática, juventud problemática, rebelde e incapaz de integrarse a la sociedad en crisis el día de hoy –como un filme de autor con problemática social.
No es justamente con este tipo de películas con las que suele inaugurarse normalmente un festival de las caracteristicas de Cannes.
Las películas tradicionalmente escogidas para este fin suelen ser por un lado lo suficiente atractivas, o sea “populares” para el público de notables, oficiales y gente de negocio de cine que es invitado a este tipo de galas a la vez que deben tener un mínimo de atributos “artisticos” que les permiten contar con el beneplácito de los críticos cinematográficos y de los cinéfilos.
Es esta una ecuación que no siempre se da y me temo que especialmente este año no encontró una solución adecuada en el caso de con “La cabeza en alto” de la actriz-realizadora Emmanuelle Bercot, con la que dio inicio en una función de gala el certamen de Cannes  el dia de ayer, ya que este filme no es del tipo de “espectáculo” digerible para un gran público y tampoco resiste el análisis crítico.
El guión trata del caso de un joven de clase baja –su padre abandonó a la familia y la madre se debate entre su circunstancial adicción por las drogas, el cuidado de su hijo menor y el amor mal asumido por su hijo mayor–. En estas condiciones el personaje principal, a pesar de su relación sentimental, casi animal, con su madre, cae en la pequeña delincuencia y es gracias a los esfuerzos de una juez de menores –interpretada por Cathetine Deneuve– y los esfuerzos de un asistente social que logra finalmente vislumbrar la posibilidad de un futuro algo positivo.
La película se abre de manera prometedora, su tema y el contexto social de la clase baja de la que trata se antoja muy actual, el estilo, muy francés en su visceralidad y la expresión violenta de los sentimientos y estados de ánimo, ofrece momentos fuertes, pero esto no es suficiente para plasmar un conjunto convincente.
Muy pronto se hace evidente la estructura deficiente del guión que no trata a fondo los personajes a la vez que introduce acciones secundarias que debilitan la trama principal.
La directora y coguionista se muestra incapaz de manejar su material y optar por una linea narrativa lineal y austera que a voces pide este tipo de filme.
A partir de un cierto momento, la película pierde credibilidad, los posibles finales se multiplican a la vez que el final escogido parece como una referencia a la bondad del sistema reformatorio francés a través de una juez bien intencionada mas que a un filme que tiene como problematica principal el destino de esta juventud desemparada de clase baja que se multiplica y se margina a un ritmo creciente dentro de la red urbana de las metrópolis europeas amén mundiales.
El filme de Bercot se presentó fuera de competencia.

EXCELENTE CINTA JAPONESA ABRIÓ LA COMPETICIÓN
Todo lo contrario sucedió con la primera película en competición presentada por la tarde en función anticipada reservada a la prensa.
El cineasta japonés Hirokazu Kore-Eda regresa a la competición de Cannes con “Nuestra pequeña hermana” y demuestra estar en plena posesión de sus medios, tal y como sucedió hace dos años cuando su película anterior, “Tal padre, tal hijo”, ganó aquí el premio del jurado.
Centrando su temática sobre el caso de una familia, adaptación de un “manga” japonés –novelas ilustradas muy a la moda en su patria–, Kore-Eda pinta un retrato a la vez crítico, humano y sentimental de la clase media japonesa.
Él se empeña en disecar la cotidianidad de la vida de tres hermanas quienes al acudir al entierro de su padre, quien abandonó la familia hace muchos años, descubren que tienen una pequeña hermana de otra madre y deciden invitarla a vivir con ellas.
Muy al contrario de lo que sucedió con el guión de Bercot, el tratamiento de Kore Eda –él es además guionista y editor de sus películas, adaptando una línea narrativa linear–, está repleto de sutiles observaciones que revelan a lo largo de la película el carácter de cada una de las hermanas y el papel catalizador que tiene la convivencia con su hermana menor para entenderse entre sí y comprender y a la vez asumir lo que significó su padre para ellas a pesar de su alejamiento del núcleo familiar a los pocos años del nacimiento de ellas.
Obra sutil y a la vez potente, el filme de Kore-Eda parece iniciar de la mejor y más prometedora manera la fuerte presencia del cine asiático este año en competición donde figuran además las películas de los chinos Hou Hsiao Hsien (“El asesino”) y Jia Zhang-Ke (“Las montañas pueden moverse”).
Los días que siguen y al ritmo de las películas presentadas en concurso permitirán plasmar el perfil de la selección oficial y paralela del certamen de este año, cuya competición empezó sin duda de una manera muy convincente con esta obra japonesa.

ESPLENDOROSA ALFOMBRA ROJA
Sobraría decir que la función de gala de ayer lució con todo el esplendor habitual en este certamen desde las estrellas, el tapete rojo de 60 metros de largo y 4 metros de ancho que cubre los 24 peldaños de la escalera del palacio del festival, el enorme retrato de la mítica estrella  Ingrid Bergman que domina el mismo palacio y el póster oficisl del certamen, además de las renovaciones aportadas en la sede principal del festival: los 2,300 asientos de la gran sala Lumiere donde se presentan las películas en competición, mientras que en el Mercado del Filme que se inaugura el día de hoy se esperan más de 12,000 asistentes, entre compradores, vendedores, representantes de festivales y delegados de industrias fílmicas de todo el mundo.
Entre ellos los representantes de Imcine con Jorge Sánchez a la cabeza, mientras que entre las numerosas personalidades presentes ayer en la gala de inauguración, el director griego-francés Costa Gavras fue el principal invitado de honor del certamen en esta ocasión.

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