Con la tecnología de Google Traductor

Mira

17, mayo 2015 - 11:11

┃ María Vega

Benicio-del-Toro-

POR ALEXIS GRIVAS
ENVIADO ESPECIAL DE OEM

CANNES, Francia.- Sábado y cierre de la primera semana del certamen.
Frente a las relativas decepciones respecto a las películas en competencia de las que hablamos en notas anteriores y a las que vinieron a agregarse desde anoche, tanto la nueva película del norteamericano Gus Van Sant, “Un mar de montañas”, como “Mi madre”, del italiano Nanni Moretti, de las que hablaremos en breve al final de esta nota, resulta lógico que la atención de uno se vuelve hacia las secciones paralelas, la Quincena de Realizadores y la Semana de la Crítica.
Es justamente en la Quincena que se estrenó el día de ayer una pequeña joya, quizás, por lo menos para mi gusto, hasta este momento, una de las pocas películas interesantes de este certamen,
Se trata de “Un día perfecto”, la última cinta del realizador/guionista español Fernando León de Aranoa. Apoyado por el elenco quizás más internacional y multinacional en su filmografía, el director reúne a Benicio del Toro, Tim Robbins, Olga Kurylenco, Melanie Laurent y Fedja Stukan, en un relato que succede en Bosnia durante la guerra de los Balcanes en los noventas. Todos ellos miembros de un organismo internacional humanitario, se enfrentan a la cotidianidad de esta guerra civil que a raíz de la habilidad del guionista León de Aranoa, refleja y representa otros tantos conflictos de esta índole en cualquier parte del mundo.
El director/guionista plasma una película donde la atrocidad de las experiencias y de lo que viven los protagonistas y la gente del lugar se balancea de manera muy equilibrada por unas situaciones que son casi cómicas a raíz de lo absurdo de las circunstancias que las engendran. A pesar de las objeciones, respetables, que hubo por parte de algunos “puristas” críticos españoles, para mi gusto esta hábil mezcla de elementos en principio opuestos, componen una película de las mejores que he podido ver sobre un tema similar y esto que sí hubo muchísimas sobre el conflicto civil de los Balcanes en finales del siglo veinte.
León de Aranoa agrega con este filme un punto más a su brillante carrera de director/guionista que incluye nada menos que “Familia”, 1996; “Barrio”, 1998, y “Los lunes al sol”, 2002.
De lengua española también, la otra muy buena película de ayer, la argentina “Paulina”, estrenada en la Semana de la Crítica. Con este su segundo filme, el joven Santiago Mitre confirma las promesas que generó su primera obra, “El estudiante”, presentada en varios certámenes internacionales y ganadora del premio especial de jurado y el premio a la mejor ópera prima en el festival de Locarno en 2011.
“Paulina”, al igual que “El estudiante”, está respaldada por un sólido trasfondo social sobre el cual el director y coguionista plasma la historia de una joven abogada quien decide abandonar sus prometedores estudios y un seguro futuro de magistrada destinada a elevados puestos administrativos, para poner en marcha y participar activamente en un proyecto comunitario de enseñanza en escuelas públicas de la provincia donde la pobreza va de par con la delincuencia que ésta genera.
A pesar de sus traumáticas experiencias, que incluyen una violación por parte de algunos de sus propios alumnos, “Paulina” se empeña en llevar adelante el proyecto sin hacer caso de los consejos de su entorno, entre los cuales de su padre y su compañero.
Un filme que confirma los dotes para el futuro de Mitre.
Si regresamos brevemente a las dos últimas películas del dia de ayer en competencia, anotaríamos que sus directores, Gus Van Sant y Nanni Moretti, ambos ganadores de la Palma de Oro aquí -Van Sant por “Elephant” en 2003, además del premio al mejor director, y Moretti por “El cuarto del hijo” en 2001-, nos aportan en esta ocasión obras que no enriquecen su filmografia.
El caso más delicado y/o hasta grave es aquel de Van Sant, cuyo “Mar de los árboles” resultó ser un patético y lacrimógeno intento de narrar con harto y mal controlado sentimentalismo la historia de un científico -interpretado por Matthew McConaughey- quien a la muerte de su esposa -Naomi Watts- se fuga a una montaña en Japón donde se refugian los que quieren poner fin a su vida.
Mal dirigido y además editado donde escenas del pasado de la vida familiar del protagonista se intercortan de manera poco convincente y hasta molesta con su deambulación por la montaña, donde se empeña además a salvar la vida de otro potencial suicida que le aparece, “El mar de los árboles”, resulta un mal logrado paréntesis en la buena filmografia de Van Sant (“Drugstore cowboy”, 1989, “Elephant”, 2003, “Paranoid park”, 2007, “Harvey milk”, 2008).
El caso de Moretti y de “Mi madre”, lejos de ser desastroso como fue lo de Van Sant, no agrega más a lo que en el pasado el director italiano ha tratado de su vida personal y de creador cineasta con mucha delicadeza y tono justo en películas como justamente “El cuarto del hijo” en 2001 y “Querido diario” en 1994. En “Mi madre”, regresando, después de dos películas de contenido politico-social (“El caimán”, sobre Silvio Berslusconi rodada en 2006, y “Tenemos Papa” en 2011) a una instrospección personal a raíz de la muerte de su propia madre, Moretti parece enfrascado en una repetición de situaciones y estados de ánimo contados