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18, mayo 2015 - 8:55

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POR ALEXIS GRIVAS EN CANNES

CANNES.- Domingo temprano en la mañana, un señor de edad medio avanzada caminando lentamente, apoyado en un fino bastón, a lo largo de la Croisette frente al mar, nadie le presta atención y él perdido en sus pensamientos, tampoco parece prestar atención a todos nosotros, los periodistas que corremos alocados tal pollos sin cabeza, para asegurarse un lugar en la proyección matutina de la película en competición reservada a la prensa.
Me paro un momento para mirarlo, se trata nada menos que del que fue el alma del Festival desde hace más de treinta años, el venerado crítico cinematográfico y personaje por excelencia de panorama cinematográfico de país anfitrión, el muy venerable señor Gilles Jacob quien apenas este año pasó el bastón del mando a un nuevo presidente.
Minutos más tarde al salir del Hotel Majestic donde recogemos la prensa diaria antes de acudir a la proyección, una señora sola, camina también lentamente arriba y abajo en el patio del hotel, aparentemente tiene una cita… no está fardeada, su pelo recogido, lleva una gabardina gris, nada particular, nadie la reconoce, nadie le presta atención.
Se trata del monstruo sagrado de la actuación en cine y teatro, Isabelle Huppert quien horas después aparecerá en la pantalla del Palacio del Festival en la película de Joaquim Trier, Más fuerte que las bombas.
Momentos como estos, donde la realidad cotidiana toma el relevo del cine y viceversa cuentan quizás más dentro lo que uno se recordará de Cannes, más que las interminables horas, que el que acude a este fesival desde los inicios de sesentas, pasa en las salas oscuras.
Y si lo que uno ve diariamente vale la pena menos mal, de lo contrario una bocanada de aire fresco frente al mar y unos encuentros como estos valen más que unas mediocres y/o malas películas.
De esta especie tuvimos hasta ahora bastantes por lo menos en la competición; Horas antes de que el certamen entre a su segunda y última semana, la película francesa Mi rey de la ex fotógrafa Maiwen con la actuación estelar de Emmanuelle Bercot, esta misma quien dirigió la película de inauguración, Con la cabeza en alto, y de Vincent Cassel, pertenece al género de filmes que no deberían figurar en competición. Se trata de un lacrimógeno drama sentimental de poquísimo alcance cuyo potencial se consume dentro de la primera de sus dos horas de duración; segunda fue nada menos que una pesadilla, por los que tuvimos que aguantarla, claro.
Poco mejor resultó Carol con la que el veterano realizador Todd Haynes (Velvet Goldmind, premiada aquí en 1998) regresa a Cannes con la adaptación de un libro de Patricia Highsmith en el que se presenta la relación amorosa entre dos mujeres en Nueva York de los años cincuentas. Entre los elementos positivos de este largo, frío, casi helado acercamiento de un tema donde se antojaba un tratamiento más pasional y comprometido, uno anotaría la excelente ambientación de época -decorados de Judy Becker- apoyada por la foto de Ed Lachman y la prestación de Cate Blanchet en el papel de una elegante y rica señora atraída por una joven vendedora (Rooney Mara).
Con este filme se completa la anémica presencia norteamericana en la competición de este año donde el filme de Gus Van Sant, El Mar de Árboles fue hasta el momento uno de los descalabros mayores de la competición de este año.
Fuera de competencia uno siempre encuentra pequeñas hojitas. La de hoy fue la película japonesa de Kurosawa Kiyoshi , Viaje al otro lado, donde el realizador de Jellyfish, 2003 y de Tokyo Sonata, 2008 quien ha sido seleccionado anteriormente en este festival, confirma su gusto y su dinámica de realizador en el tratamiento de historias que se sitúan en la frontera entre el realismo y lo surreal, en este caso el viaje que una joven mujer emprende a través de la provincia visitando lugares que marcaron su vida, acompañada por su difunto marido quien reaparece para llevarle a este viaje subliminal donde lo real y lo del ‘’más allá’’ se funden en uno.
Confirmación, además a raiz de esta tercera película japonesa aquí esperada de la fuerte presencia del cine asiático que este año en Cannes ya que quedan aún por estrenarse, por lo menos dos películas chinas, amén de otras de Corea y de Japón en las secciones paralelas.