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22, mayo 2015 - 10:13

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POR ALEXIS GRIVAS
ENVIADO ESPECIAL DE OEM

CANNES, Francia.- Las películas latinoamericanas arrasaron ayer por la noche al anunciarse aquí los premios de la sección de la Semana de la Crítica. Son estos los primeros premios que se dan a conocer  en esta edición del festival.
El Gran Premio Nespresso, dotado con 10,000 euros, fue para el realizador argentino Santiago Mitre por su segunda película “Paulina”.
Mitre, quien se reveló en 2011 con su primer y multipremiado largometraje, “El estudiante” (Premio del jurado en Locarno), colaborador y coguionista de Pablo Trapero y Walter Salles, no estuvo presente por haber regresado días antes a Argentina. Mandó un mensaje videograbado dando las gracias, mientras que fue su productora, Agustina Llambi (Unión de los Ríos), presente en la sala junto con otros miembros del equipo la que, en medio de nutridos aplausos, agradeció muy emocionada el honor por el premio.
Tampoco estuvo presente la protagonista de la película, la  excelente actriz Dolores Fonzi, a quien se debe en gran parte la potencia y el éxito de este filme.
Premio muy merecido, ya que  considero que “Paulina” es una de las mejores cintas presentadas este año en todas las secciones de Cannes.
Otra película latinoamericana, la producción colombiana “La Tierra y la sombra”, primera obra de César Augusto Acevedo, una de las tres películas de aquel país seleccionadas este año en Cannes, recibió dos premios, aquel de Revelation France 4 acompañado por 4,000 euros destinados  al realizador y el premio SACD (Sociedad francesa de autores, compositores, directores) respaldado con 4,000 euros igualmente para el autor del filme.
Acevedo estuvo presente en la ceremonia subiendo en dos ocasiones al escenario para recibir sus premios en medio de largos y sostenidos aplausos.
Nuestro entusiasmo por los premios a las películas latinoamericanas fue frustrado por la pésima actuación del servicio de prensa de la Semana de la Crítica, sin duda el peor en su género en este festival, donde los correspondientes a las sesiones oficiales y la Quincena de Realizadores nos consta que hacen su trabajo con eficiencia y sentido de colaboración y servicio hacia y para los periodistas. El de la Semana de la Crítica no entregó a los periodistas al término de la ceremonia de premiación, como es de costumbre en todas las secciones y además prometido en este caso, la lista con los premios. Se tuvo que preparar esta nota basada en las anotaciones, correctas esto sí, que uno tomó durante la premiación.
Finalmente, el último premio, pero bien dotado de fondos, en la Semana de la Crítica, aquel de la Fundación Gan destinado a apoyar la distribución de la película premiada en Francia con 20,000 euros fue para otra primera obra, la coproducción franco-belga “Ni cielo ni tierra dirigida por el francés Clement Cogitore.
El jurado era compuesto por la emblemática actriz y realizadora israelita Roni Elkabetz (Mi tesoro, 2004, Gett, el proceso de Viviane Amsalem, 2014)  como presidenta, la escritora canadiense Andrea Picard, el afamado director de fotografía inglés de origen polaco Peter Suschitzky (entre sus filmes resaltan “Maps to the Stars” con David Cronenberg, 2014, con quien ha rodado  ya 10 películas: “Mars ataca”, de Tim Burton, 1996; “Leo the last”, con John Boorman, 1970, y “Star Wars: El imperio contraataca”, 1980. El crítico holandés de Hollywood Reporter Boyd van Hoeij y la realizadora y guionista francesa Katel Quillevere (“Un poderoso veneno”, premio Jean Vigo en 2010 y el multipremiado Suzanne que abrió la Semana de la Crítica en  2013).
Respecto a las películas de ayer, después del revuelo causado anteayer por la presencia en la Croisette y en el tapete rojo de figuras como Jane Fonda, Michael Caine y Harvey Keitel, el ambiente fue mucho más tranquilo.
Resultó sintomático que en dos de las películas estrenadas ayer, una en competición, la otra justamente  en la Semana de la Crítica, trataban un  tema, aquel de la inmigración clandestina, que desde tiempo ya ha vuelto ser uno de los problemas mayores a los que se enfrentan los países sureños de la Unión Europea como Grecia, Italia y Malta, a cuyas costas llegan a diario miles de ilegales en embarcaciones de fortuna huyendo de los conflictos armados y de persecución de regimenes dictatoriales en Asia, Oriente Medio y el mundo árabe.
Las dos películas, aunque de temática similar, resultaron bien diferentes respecto al resultado y la impresión que dejaron en su estreno.
La más esperada, “Dheepan”, el último filme del francés Jacques Audiard, quien regresa a la competición donde en 2009 fue premiado por “Un profeta” y de nuevo estuvo presente en 2012 con “De orín y de hueso”, trata el caso de un guerrillero Tamil, el movimiento independista de Sri Lanka, quien abandona la lucha armada ya en decaída y emigra a Francia. Su repentino y involuntario enfrentamiento con el mundo de delincuencia y de droga en los suburbios parisienses donde obtiene un techo, lo obliga a verse inmiscuido de nuevo en algo de lo que había decidido huir.
Audiard no parece estar muy en sus anchas tratando un tema directamente inspirado del sistema de clases de la sociedad francesa, amén europea…, y que ha estado  repetidamente en el epicentrito de los graves disturbios raciales y sociales que se dan en los guetos de la periferia de la capital francesa. El director y coguionista parece no haber podido encontrar el equilibrio adecuado entre un filme de  compromiso social y aquel de tipo thriller. La película empieza de una cierta manera y a lo largo de su desarrollo cambia de cariz y de enfoque. El resultado es desigual y decepcionante.
Lo que ocurre con “Mediterránea”, una pequeña producción ítalo-norteamericana estrenada en al Semana de la Crítica es el absolutamente contrario. El joven afroamericano/italiano Jonas Carpignano sigue en este su primer largo, a través de un estilo semidocumental, a dos jóvenes africanos, originarios de Burkina Faso, quienes logran llegar a Italia. Actores no profesionales, locaciones genuinas y un agudo y efectivo don de observación por parte del joven realizador/director se combinan de manera armónica para conformar una película inteligente, emotiva y sobre todo enfocada desde el principio hasta el final en su tema principal, la manera en que las sociedades occidentales no logran enfrentarse de manera convincente a la emigración clandestina, la que además tiene que lidiar con el acelerado ritmo de crecimiento de la xenofobia y de racismo tal y como se retrata en la película, directamente inspirada de los violentos disturbios raciales de 2010 en la pequeña localidad de Rosarno en Calabria.
No fue solamente la Semana de la Crítica la que dio por terminada ayer su programación, misma que se repetirá los meses que vienen en varias localidades, organizaciones y eventos como la Cinemateca francesa en Paris, los festivales de Beirut, Durban, Perú, Sao Paolo, Egipto y Praga, terminando con su tradicional ya presentación en el festival de Morelia en octubre venidero.
La otra sección del festival que también concluyó ayer fue el poderoso Mercado del Filme, que este año registró considerable aumento de transacciones entre ventas, cesiones de derechos y acuerdos de coproducción de acuerdo con comentarios de importantes personalidades del panorama industrial cinematográfico mundial.
Dos fueron además los temas dominantes de este año en el Mercado, donde México fue el patrocinador oficial de su lanzamiento.
Por un lado, la incursión de la gigantesca cadena VOD Netflix a cargo del americano de origen griego Ted Sarantos  y la manera en que esto afecta drásticamente la tradicional manera de distribución de material cinematográfico.
Por otro lado, la creciente influencia de la industria cinematográfica China en el panorama mundial y los acuerdos contraídos con otras potentes industrias del espectáculo (norteamericana, canadiense, francesa) que se despliegan tanto  en el terreno de las coproducciones como en aquel  del lucrativo mercado chino, especialmente en el terreno de la distribución, fue patente en el “Encuentro a la cumbre con China”, que se organizó en el marco del Mercado.
Significativo  fue en este contexto el anuncio aquí de la  creación de un fondo común chino-canadiense, mismo que con un potencial de financiamiento de la orden de 200 millones de dólares aportará recursos a la coproducción bilateral de 6 a 8 películas durante los próximos cinco años.

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