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23, mayo 2015 - 14:21

┃ María Vega

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POR JOSÉ ÁNGEL RUEDA
ESTO en línea
Justo cuando se nos olvidaba que entre la fiesta también había drama, el orgullo del Depor llegó para recordarlo. Que el cielo y el infierno estén tan separados no quiere decir que no tengan sus puntos de encuentro. En pleno festejo del Barça y con la nostalgia del adiós de Xavi presente, llegaba La Coruña a pelear la permanencia, y lo consiguió, entre rezos y suspiros, pero lo consiguió.
Atascado en la condena perdía el Depor 2-0. No era fácil su situación, desde que supuso, allá por agosto, que la última jornada sería trascendental, se dedicó a rezar. Los de la Coruña entraron al Camp Nou con la sensación de resignación, a la espera de una guillotina que eventualmente, y salvo sorpresa, tendría que caer sobre sus cuellos.
Suerte tuvieron los gallegos de que el Barça ya no se jugaba nada. Con el título en las manos, el instinto asesino culé disminuyó considerablemente. Messi tardó un poco en comprenderlo. Con la hazaña de conseguir cuatro goles para pelear el Pichichi en la mente, el argentino buscó incansablemente el primero y comenzó bien, con un gol con la cabeza apenas a los 4 minutos de juego.
El 10, siempre competitivo, quiso tantear las aguas y medir sus posibilidades. En ese intento marcó el segundo, sin embargo, el abanderado vio una posición adelantada inexistente y así calmó la tormenta. Después Fabricio, el arquero gallego, se encargó del resto, con una atajada bien abajo, allá donde Messi tiene su sitio preferido. Con la fiera controlada, el partido siguió su curso, al ritmo que imponía la lluvia de ovaciones para Xavi Hernández.
Quien esperara que el mediocampista de Terrazas saliera a lucirse está muy equivocado, Xavi brilló desde su sitio, clavado en el centro del campo sembró su protagonismo, un protagonismo propio y genial. Escondido en el anonimato para quien piensa que en el futbol lo más importante son los goles, Xavi supo devolverle al juego su profundidad, la certeza irrevocable de que los goles no solo se meten, sino también se construyen.
El capitán blaugrana tocó el balón más que nadie desde el círculo central, si acaso esta tarde, su único atrevimiento fue quitarle un tiro libre a Messi, sin embargo, la fiesta exigía un gol suyo, es entendible. Y aunque el gol no llegó, la cadencia de su juego fue más que suficiente para caminar tranquilo cuando el momento de la despedida, irremediablemente llegara.
El Barcelona se perdió en el tono festivo. No había necesidad de más. Luis Enrique salió con un once alterno, en el que los que menos jugaron a lo largo de la temporada, tuvieron minutos necesarios. Vermaelen y Masip debutaron, como si de una tormenta de vientos nuevos se tratara y el nuevo Barca fuera tomando forma desde ahora.
Para el segundo tiempo, Messi aumentó la ventaja tras un pase de Neymar que lo dejó solo y con el marco abierto. El gol del argentino pareció no solo aumentar la fiesta en la pletórica tribuna, sino también levantó el orgullo del Depor que para ese entonces estaba descendido. Víctor Sánchez, entrenador gallego, apostó por todo y pobló de delanteros en frente del campo.
Lucas fue el primero en iniciar el milagro. El jugador de La Coruña rencontró un balón en la frontera del área y con la convicción de quien se sabe moribundo, mandó un zapatazo a la escuadra para vencer a Masip. Sin volverse locos, los del Depor apostaron todo al empate y fue Salomao, quien, tras una serie de rebotes dentro del área, le pegó más con el corazón que con el pie para marcar el empate y el gol de la salvación.
Cuando los goles eran suficientes, decidieron los dos equipos dedicarse a festejar, el Barça el título y el Deportivo una anhelada salvación. Era justo, los últimos minutos debían dedicarse enteros al protagonista de la noche. Xavi miró nostálgico la pizarra en la banda e inició su marcha a la eternidad.

El capitán, homenajeado por todos, entregó la banda a Iniesta y culminó el cambio de ciclo. El destino hizo que este no fuera su último partido en el Camp Nou, y a la espera de la final de la Copa del Rey, a disputarse ahí mismo, el Barcelona da el primer adiós a un futbolista excepcional.

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