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Mira

3, junio 2015 - 12:29

┃ María Vega

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Madrid.- Pocas veces a lo largo de su carrera Rafael Benítez ha llorado públicamente o ha estado al borde de las lágrimas. La última vez que el técnico madrileño expuso sus sentimientos más profundos ante las cámaras fue en 2011, durante un homenaje en Anfield a la víctimas de la tragedia de Hillsborough y ahora, cuatro años después de aquello, el Real Madrid volvió a sacar su lado más humano.
Esta vez el escenario fue diferente. No fue en el estadio del Liverpool, que aquel 15 de abril de 2011 estaba lleno hasta la bandera con casi 45.000 espectadores listos para homenajear a los 96 fallecidos en 1989 durante un partido entre el conjunto inglés y el Nottingham Forest correspondiente a las semifinales de la Copa de Inglaterra.
Benítez estaba en el Bernabéu, pero probablemente su mente se encontraba lejos de ese día en el que lloró desconsoladamente. Fue la madre de una de las víctimas de Hillsborough quien sacó sus lágrimas. Margaret Apinal las provocó tras agradecer el apoyo que siempre recibió de Benítez.
En esta ocasión, con apenas unas doscientas personas delante, sin aficionados que le aclamaran, prácticamente solo ante la prensa junto a sus colaboradores y con familiares, Benítez volvió a emocionarse por algo mucho más trivial que casi le impidió ofrecer sus primeras palabras como técnico del Real Madrid.
El motivo, regresar al club donde se formó como jugador en las categorías inferiores y en el que dio sus primeros pasos como entrenador de varios filiales hasta llegar a convertirse en el ayudante de Vicente Del Bosque.
Un largo trayecto de veinte años por diferentes clubes como Valladolid, Osasuna, Extremadura, Tenerife, Valencia, Liverpool, Inter, Chelsea y Nápoles marcaron el camino de un hombre que siempre se marcó un objetivo: volver al equipo que siempre quiso.
Por eso, con la voz entrecortada, Benítez casi no pudo hablar cuando agarró el micrófono. Tras un vídeo de presentación y la alocución d su presidente, Florentino Pérez, tomó la palabra en el palco de honor del estadio Santiago Bernabéu para decir que estaba emocionado.
“Es un día emocionante volver aquí, a mi casa. Creo que tengo un buen equipo de trabajo, espero que las cosas vayan bien, que ganemos títulos, que el equipo juegue bien y agradecer con mi trabajo la confianza que han depositado en mí”.
Esas fueron las únicas frases que acertó a decir antes de posar con la camiseta del Real Madrid junto a su presidente. La emoción no le dejó continuar. Sin embargo, quince minutos después, en su primera rueda de prensa, se mostró relajado pero también nostálgico.
Antes del inicio del turno de preguntas, quiso tomar la palabra para recordar que en 1981 su último partido en la cantera del Real Madrid lo disputó en El Escorial cuando Emilio Butragueño, a quien tenía al lado, hacía las pruebas para entrar en el club. “Se ha cerrado el círculo”, dijo.
Después, tuvo tiempo para esquivar preguntas comprometidas con humor. Una posible crítica a Florentino Pérez por sumar su décimo entrenador en sus doce años de mandato perdió importancia entre risas.
“El número es muy bueno, cuando te dan un diez en España es muy bueno. Ser el diez y tener la décima, está bien. A mí cuando me ponían un diez me ponía muy contento y espero estar muy contento muchos años”, afirmó.
Y así acabó un día que comenzó al borde del llanto y que acabó relajado. Fue la jornada de las sonrisas y las casi lágrimas. El Real Madrid sacó a relucir su lado más sensible igual que lo hizo Margaret Apinal, la madre de una víctima de Hillsborough que provocó el llanto del Rafael Benítez, el nuevo y emocionado entrenador del Real Madrid.

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