Con la tecnología de Google Traductor

Mira

9, julio 2014 - 12:12

┃ Luis García Olivo

gale-foto-llanto06

SAO PAULO.- Un día después de la nueva catástrofe brasileña, las calles de esta ciudad lucieron despobladas, sin brillo, sin gente, pues aún conservaron el dolor que les provocó la humillación teutona, por lo que ni cómo salir a la calle para realizar las actividades de un nuevo día.

Se sabe que Sao Paulo es una ciudad que no duerme, que siempre está en constante movimiento a la altura del Distrito Federal entre montones de gente, tránsito, caos y un incesante ir y venir.

Sin embargo y para empantanar aún más el clima, ni el sol salió. El cielo lució nublado, con viento y frío, así que el habitante paulista ni dio muestras de las secuelas, ya que prefirió quedarse en casa. No hubo tránsito en calles y avenidas, parecía un pueblo fantasma de los que se ven en las películas, el viento recrudeció por las esquinas de cada uno de los rascacielos y la gente no apareció.

Aún se sintió el dolor, aún añoraron regresar el tiempo y enmendar lo sucedido a la pena más grande de todos sus tiempos.

En tanto, el argentino que habita en esta ciudad, pues su Selección juega la otra semifinal contra Holanda en esta misma sede, se regocijó de felicidad de ver la tragedia del “odiado rival y vecino”, más allá de que ambas selecciones son del continente americano y compiten contra la causa europea en busca del título mundial.

El argentino disfrutó como si ya hubiera ganado la Copa del Mundo, se escuchó en sus palabras, se burló de las lágrimas de David Luiz y tan “sencillito fanfarroneó” en medio de un Sao Paulo irreconocible, en donde un día antes hubo brotes de violencia.

Para ver como deshabilitar las notificaciones, da clic aquí